Filosofía de la Ciencia versus “Filosofías Científicas”

Muchos compañeros y amigos que saben de mi interés por la filosofía de la ciencia, me realizan frecuentemente preguntas sobre el tema. Poco a poco, me fui dando cuenta de una confusión muy común, pero ciertamente grave, sobre este asunto. Me han preguntado a menudo por obras que en nada tiene que ver con la mentada filosofía de la ciencia, sino con lo que yo denomino coloquialmente “filosofías científicas”. ¿En que se diferencian?: ¡En todo! La primera versa sobre la naturaleza de la ciencia, mientras que las segundas son obras de orientación filosófica, generalmente realizadas por científicos, en las que se explica su visión del mundo en base a (sesgada por) su formación (deformación) profesional. Con ello no pretendo decir que se traten de libros o ensayos de mala calidad. Todo lo contrario. En mi opinión los hay excelentes, como también muy malos. Clarifiquemos un poco este asunto en nuestro “Curso Básico sobre Filosofía de la Ciencia

 

 

Rupert Sheldrake y David Bohm

 

Ha sido muy frecuente, a lo largo de la historia de la ciencia, que muchos investigadores un día reflexionen sobre el mundo que les rodea y escriban después obras narrándonos su particular perspectiva. Algunos de estos libros y ensayos son realmente provocadores y fascinantes, mientras otros mera bazofia. Todo depende del talento del autor. Empero resulta curioso que muchas figuras de la ciencia de gran renombre nos castiguen con ramplonas especulaciones metafísicas, mientras que investigadores no tan reconocidos, deleiten con verdaderas creaciones cuasi-artísticas y más aun, que se hagan famosos por ellas y no por contribución al conocimiento estrictamente científico. Lo lamentable de todo este asunto es que, tanto las noticias de prensa como la publicidad de las editoriales, tienden a confundir ambos productos. La falta de cultura deviene pandemia en nuestros días.

 

Personalmente, me encantan muchas de estas “filosofías científicas”, especialmente cuando son provocadoras y desbordan de una gran creatividad, a la par que mantienen una coherencia interna envidiable y no son “acientíficas”, sino alternativas a las visiones del mundo que actualmente usamos. En nuestros tiempos, desde Roger Penrose hasta Ilya Prigogine (este último generalmente en compañía de la filósofa Isabelle Stengers) han sido decenas de autores los que se han inclinado por este género literario.

 

La mayor parte de los libros que me han resultado más interesantes han sido escritos por físicos y matemáticos. No me extraña dada su formación, aunque es de lamentar que no suela ocurrir lo mismo con los científicos experimentales.  Este no es el caso del Británico Rupert Sheldrake y su asombrosa teoría sobre los campos mórficos. De acuerdo con Ruperto, el mundo se entendería mejor si “reconociéramos” que existe un campo mórfico, que trasciende a las convencionales materia, energía e información. Este biólogo, a demás propone ingeniosos experimentos con vistas a corroborar (¿?) tal III poder inmaterial. A los amantes de la especulación, les recomiendo su lectura. Gran parta de estas obras han sido traducidas al castellano como libros de bolsillo.

 

Abundan “las filosofías científicas de corte místico”, en la que los autores mezclan ciencia, filosofía oriental y occidental. Y que nadie se lleve las manos a la cabeza ya que los padres de la mecánica cuántica, incluido su “gran desertor”, A. Einstein, dialogaron con  carta asiduidad con los místicos orientales, al objeto de intentar comprender la racionalidad de esta disciplina, ya en sus inicios. Al parecer, esta “querencia ha proseguido con algunos de sus sucesores”. Este es el caso de David Bohm, antiguo discípulo de Einstein que, contagiado por las tribulaciones de su maestro (ante el color que iba tomando la criatura que había ayudado a “parir”) propuso la interpretación de las variables ocultas de la mecánica cuántica frente a la ortodoxamente aceptada, denominada de Copenhague. La verdad es que no lo logró. Pero sus viajes siderales sobre el universo implicado, etc., atesoran en mi modesta opinión una gran belleza. Eso si, tan solo recuerdo el libro de un francés que reemplazaba a los místicos orientales por los españoles (¡olé), como Santa Teresa y San Juan de la Cruz. Ya sabemos que los gabachos, con tal de remarcar su “hecho diferencial”, son capaces de recurrir hasta (…) a los Españoles.

 

Sería imposible narrar aquí la gran variedad de perspectivas escritas en estos libros que pueden hacer disfrutar al lector amante de tales divagaciones o exploraciones metafísicas, como lo soy yo. Empero ni hablamos de ciencia ni de filosofía de la Ciencia, sino de lo que yo denomino “filosofías científicas” a falta de un vocablo que incluya este tipo de literatura (si lo hay yo lo desconozco). Prueben un día y a lo mejor se enganchan. Como me ocurrió a mí.

 

No es improbable que, algún día, futuros descubrimientos nos muestren que algunos de ellos tenían razón. Pero hoy por hoy, ni hablamos de ciencia en el sentido estricto, y menos aún de filosofía de la ciencia.

 

 

Juan José Ibáñez

Sumario de los post editados en “Curso Básico sobre Filosofía y Sociología de la Ciencia hasta este post (pinchar en los números para desplegar los post)

 

¿Qué es esa cosa llamada Ciencia?

El Método Científico

Curso Básico sobre Filosofía y Sociología de la Ciencia

Reduccionismo Epistemológico

Ciencia e Inducción [1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9, 10, 11, 12, 13,]

El Círculo de Viena y el Positivismo Lógico [41]

Filosofía de Karl Poper: El Falsacionismo [14, 15, 16, 19, 20, 21, 23, 24, 25, 26]

Filosofía de la Teoría de la Evolución y Sociedad   [17, 18],

Naturaleza y enseñanza de la Ciencia [22]

Las Teorías Científicas Como Estructuras Complejas

La Filosofía de Imre Lakatos  [28, 29, 30, 31, 32]

La Filosofía de Thomás Kuhn [33, 34, 35, 36, 37]

Filosofías Radicales de la Ciencia: Feyerabend y más  [38]

Filosofía de la Ciencia versus filosofías científicas [39]

¿Es la mente fractal? [40]

 

 

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