El embrujo de la inducción parece residir en el hecho de que proporciona una explicación formalizada de algunas de las impresiones más populares sobre el carácter de la ciencia, su poder explicatorio y predictivo, su objetividad y su superior fiabilidad en comparación con otras formas de conocimiento. La objetividad de la ciencia inductivista se deriva del hecho de que tanto la observación como el razonamiento inductivo son «objetivos» en sí mismos. Cualquier observador que haga un uso normal de sus sentidos puede averiguar enunciados observacionales. No se permite que se inmiscuya ningún elemento personal, subjetivo (hecho que negarán los relativistas, como también el objetivismo).

 

 

 

Descartes

Fuente: Wikipedia en Inglés

 

La validez de los enunciados observacionales, cuando se obtienen de manera correcta, no depende del gusto, la opinión, las esperanzas o las expectativas del observador. Lo mismo puede decirse del razonamiento inductivo, mediante el cual se deriva el conocimiento científico a partir de los enunciados observacionales. O las inducciones satisfacen las condiciones prescritas o no las satisfacen. No es una cuestión subjetiva, o materia de opinión. Así, para los inductivistas, la fiabilidad de la ciencia se sigue de sus afirmaciones acerca de la observación y la inducción.

La mayor parte de los filósofos de la ciencia contemporánea consideran que la concepción inductivista ingenua de la ciencia está muy equivocada y resulta ser peligrosamente engañosa. Muchos inductivistas denominados sofisticados  no querrían verse asociados con algunas características del inductivismo ingenuo. No obstante, tanto unos como otros sí afirman que, en la medida en que se pueden justificar las teorías científicas, se justifican porque se apoyan inductivamente en la base más o menos segura que proporciona la experiencia. Pero no parece ser así.

Resulta pues un tanto sorprendente que muchos científicos actuales hablen de la ciencia usando las palabras de los inductivistas ingenuos, por cuanto sus prácticas no se acomodan a tal escuela filosófica. La inducción nació con Bacon, Mill y otros filósofos hace ya varios siglos. Sus postulados, como veremos, han sido refutados. Sin embargo, en mi modesta opinión, el atractivo de esta escuela a los ojos de muchos investigadores (y del ciudadano en general) deriva de su sencillez, que reiteramos resulta engañosa.

Nos encontramos así en una era llamada de la ciencia, la tecnología, la innovación y de la información cuyos arquitectos entienden la práctica científica en base a una concepción de las ciencias palmariamente obsoleta. Sin embargo también cabría señalar que tal querencia es mucho mayor entre los investigadores que se dedican a las ciencias experimentales y/o aplicadas, que para aquellos que trabajan en las denominadas ciencias duras y/o a la investigación fundamental.  Por término general, también los científicos teóricos no son muy proclives a adaptar la inducción. Este hecho resulta lógico, por cuanto se trata de personajes que trabajan en la frontera entre el mundo exterior y el de la conciencia. Sus hábitos de lectura (tanto desde el punto de vista cualitativo como cuantitativo) tampoco son los mismos (leen más, a la par que se acercan a ámbitos del conocimiento cercano a lo que solemos denominar humanidades).

Pero el hecho más sorprendente deriva que una gran parte de los expertos que trabajan en las ciencias consideradas punteras y que más pueden aportar al desarrollo tecnológico y la innovación (biotecnología, nanotecnología, etc.) basan su arrogancia en la ignorancia de cómo trabaja la ciencia en realidad. Son ellos los que son considerados “sacerdotes de la ciencia”. Por el contrario, colegas de otros campos que despiertan una menor cobertura temática e interés social, atesoran concepciones más modernas de su praxis. Ya iremos desgranando todos estos detalles cuando comencemos a abordar los contenidos básicos de escuelas más modernas de pensamiento. Debemos ir poco a poco.

Para finalizar mentemos que prácticamente todos los edafólogos que yo conozco son recalcitrantemente inductivistas. Se trata de un hecho sorprendente. Muchos de nosotros pensamos, por ejemplo, que la fragmentación de la edafosfera en edafotaxa es un proceso artificial. Así pues, si lo que denominamos tipos de suelos son constructos “subjetivos” elaborados por el juicio experto (y sesgos) de sus practicantes, la edafología clásica difícilmente sería considerada ciencia bajo la óptica de la inducción. Eso sí lo mismo les ocurriría a otras muchas materias científicas. De hecho diversos edafólogos y en particular los taxónomos de suelos parecen padecer un cierto complejo de inferioridad respecto a los biotaxónomos, por cuanto los primeros crean en sus mentes modelos subjetivos, mientras que los segundos descubren taxa reales. Eso es lo que se suele pensar, aunque no es cierto. El Lobby de los edafometras (que no incluye a todos sus practicantes, aunque sí a muchos de los que ostentan mayor poder) utiliza este argumento induccionista, con vistas a arremeter contra la edafología clásica. Empero, como veremos, las nuevas concepciones de la filosofía de la ciencia defienden las concepciones tradicionales de las taxonomías de suelos frente al realismo ingenuo que hoy muestran exultantemente los cándidos edafólogos matemáticos. Cuando no se sabe discernir que ciertos debates son propios de la ciencia, pero otros lo son de la epistemología o de la ontología, mal asunto.

El que los edafometras rechacen trabajos de los “clásicos” con tales argumentos timoratos en revistas indexadas resulta atroz, por cuanto acuden al auxilio de ideologías (prejuicios), no de pruebas científicas. Personalmente considero que tales ardides desacreditan las bondades que, por otro lado bebiera atesorar el “peer review”. Lo que se encuentra aquí pisoteado es disfrutar de un saludable pluralismo epistemológico. Van de sacerdotes y actúan como tales, es decir defendiendo dogmas, no el progreso del conocimiento científico. Sobree la opinión de los edafometras ver los siguientes post [1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8,  y especialmente este 9]

¿Vamos viendo como una inadecuada formación filosófica puede ser dañina y frenar el progreso de la ciencia? ¿No? Ya os iré convenciendo en post sucesivos.

Juan José Ibáñez

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4 comentarios

  1. AMIGOS,

    TODO DEPENDE DE LOS OJOS CON LAS QUE SE VEA, CREO QUE POR EJEMPLO SI REVISAMOS LOS ESTUDIOS HECHOS POR WILLIAM WHEWELL, PODEMOS RESCATAR ALGO PROVECHOSO ESPECIALMENTE PARA LA EDUCACION

  2. no alcanzo a comprender a que se refiere o que es lo que critica al decir inductivismo ingenuo. Por favor si me ayudas te lo voy a agracer mucho

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