Estructura de un Bosque e Incendios Forestales: El Dilema de la Extracción de Maleza y sus Repercusiones sobre la Biodiversidad
Al menos en los bosques de la Cuenca Mediterránea, si tras un(os) poco(s) verano(s) benigno(s) acontece otro más caluroso, el desastre se encuentra garantizado. Calor y viento suman sus fuerzas, induciendo incendios forestales de consecuencias devastadoras. Sin embargo, varios factores de origen humano se encuentran propiciando que los daños sean mayores. Por un lado nos encontramos ante la ausencia de políticas forestales sustentables adaptadas a ambientes concretos. Así, por ejemplo, la sustitución de bosques espontáneos por monocultivos arbóreos basados en especies de crecimiento rápido (a manudo con coníferas pirofíticas -o amantes del fuego) deviene en una gestión forestal insustentable, por mucho que interese a las compañías madereras. La ausencia, o falta de limpieza, de los cortafuegos favorece la propagación de los incendios al incrementar una biomasa y necromasa altamente inflamable. La práctica total ausencia de diseños paisajísticos adecuados resulta ser otro factor altamente negativo. Del mismo modo, el despoblamiento de los territorios escasamente productivos tiene como resultado que los campesinos abandonaran la extracción de leña para el mantenimiento de sus hogares (comida, calefacción, etc.), práctica que antaño resultaba sumamente útil para despejar el bosque de material inflamable. La política agraria común de los años (PAC) 90 del siglo pasado propició una retirada de tierras para el cultivo, cuyas consecuencias consistieron en un incremento de la superficie cubierta por matorral, parte del cual es altamente inflamable. Finalmente, y sin pretender ser exhaustivos, la suciedad de los urbanitas que dejan tirados impunemente todo tipo de desperdicios, incluyendo los peligrosos vidrios, se traduce por “echar más leña al fuego”. Resumiendo esto es un desastre.
Incendio en Yelowstone. fuente PD. Photo.com
Y el valor de la maleza en un bosque: Fuente: The marvelous in Nature
Sin embargo y, a pesar de todo, la presencia de árboles muertos y una “estructura forestal natural”, resulta indispensable con vistas a mantener una dinámica del ecosistema adecuada, mal que nos pese. Un bosque debe atesorar todos los hábitats que de forma espontánea surgen en él. De no ser así, pierde gran biodiversidad, acarreando consecuencias indeseables. En otras palabras, una limpia severa convierte al ecosistema forestal en un hábitat que ya no puede considerarse como bosque propiamente dicho, desde un punto de vista científico. Pues bien, en España y otros países mediterráneos, se conjugan todos estos factores, por lo que los resultados son más que esperables.
El valor de los árboles muertos y la necromasa de un bosque.
Fuente: The marvelous in Nature
Los años que transcurren sin que las áreas quemadas sean excesivas, son considerados por los políticos como éxito de su gestión. Tal argumento resulta ser falaz desde todo punto de vista. Cuando en alguno de los años sucesivos, inevitablemente arden grandes extensiones, sus desvergüenzas salen a la luz. No necesitamos apelar al calentamiento climático para justificar lo injustificable. “Se trata de echar balones fuera”, es decir acusar al demonio de la propia incompetencia. Y mientras tanto, las urbanizaciones proliferan junto o dentro de numerosas masas boscosas, aumentando el riesgo de vidas humanas e infraestructuras materiales. Si tenemos a los “árboletes pegaditos” a nuestras viviendas mejor. ¿Mejor para que?. Obviamente, con vistas a incrementar los mencionados riesgos, así como la suciedad del bosque que amenaza su propia existencia.
El valor de los árboles muertos y la necromasa de un bosque.
Fuente: The marvelous in Nature
Tanta estulticia y ausencia de planificación, ha terminado por generar serio dilema. Eliminar los micro-hábitats que generan una cantidad de maleza adecuada, así como los propios árboles muertos, es una atentado contra la naturaleza la biodiversidad del bosque. Del mismo modo, permitir que proliferen en exceso, deviene en temeridad (amplificación del riesgo). La cuestión estriba en que gran parte de los bosques de Europa son una caricatura de lo que debieran ser. Los despropósitos se han ido acumulando uno tras otro. Como resultado de todo ello, una sola medida preventiva, o varias paliativas (más recursos para sofocar las llamas) no solucionan nada. Si al calor se suma el viento el desastre se encuentra garantizado. Dos años de tranquilidad (condiciones que no favorezcan la proliferación de los incendios) debieran preocupar tanto como su ausencia. En tales condiciones, la biomasa y necromasa se acumulan, por lo que cuando vuelve a surgir el fuego lo hace con más intensidad y afectando a mayores extensiones. Tal hecho ha ocurrido este año, que aun no ha sido tan desolador como otros, aunque habrá que esperar al final de la estación con vistas a valorar las áreas afectadas, y especialmente su valor ecológico.
El valor de los árboles muertos y la necromasa de un bosque.
Fuente: The marvelous in Nature
No hay más solución que cambiar radicalmente de política ambiental, que no solo forestal. Hoy por hoy, reiteramos que la mayor parte de las masas forestales, en su parte parte no son verdaderos bosques (con sus microclimas nemorales), sino parches o manchas de matorrales arbolados inmersos en una matriz de otros usos del suelo. Cualquier medida debe venir acompañada de un adecuado diseño paisajístico que afecte a todos los elementos que conforman un territorio concreto. De no ser así, los incendios proliferarán más y más, con independencia del calentamiento climático. No reconocerlo sería un error supino. Y lamentablemente no se detectan síntomas de que nuestros políticos cambien de actitud, sino todo lo contrario. Echar la culpa al partido en el poder comienza a ser la práctica nauseabunda habitual.
Fuegos en el parque de Yelowstone 1988 (julio-Octubre). Fuente: Wikipedia
Para terminar, señalemos que un parque natural, no debe jamás convertirse en un sitio de recreo. La supervivencia de los ecosistemas a preservar depende del mantenimiento de su estructura y la ingente visita de turistas no puede ser justificada desde ningún punto de vista. En EE.UU., lo saben de sobra actuando “generalmente” en consecuencia, como lo fue en el caso de un grave incendio que afectó al parque de Yelowstone no hace muchos años. Mientras aquí la prensa se quedaba pasmada, los gestores de aquél espacio preservado (en el que sólo se pueden visitar zonas muy concretas por los turistas) permitieron que ardieran miles de hectáreas alegando que el fuego forma parte de su ciclo natural. Hicieron lo correcto, aunque en este país de mentes obtusas, tal medida no entrara en las cabezas de chorlito de muchos que “dicen” saber de ecología y defender el medio ambiente. Otra cuestión bien distinta deviene que actualmente nos preocupen todas las emisiones de carbono a la atmósfera. Sin embargo, el fuego, con periodicidades o ciclos de retorno diferentes, son una parte consustancial de la estructura y dinámica de los ecosistemas forestales y las sabanas. Lo que no podemos pretender es intentar suprimir estas con vistas a paliar las de origen humano. Eso es simplemente actuar contra natura por doble partida.
Fuegos en el parque de Yelowstone 1988 (julio-Octubre) Ares afectada.
Fuente: Universidad de Wisconsin
Abajo os expongo algunos ejemplos. En una página Web de la FAO se defiende la importancia de la necromasa muerta en la estructura de un bosque, aunque ver también este enlace. No obstante, en España, muchos grupos conservacionistas y ecologistas braman por la limpieza del monte y/o las tan cacareadas consecuencias del calentamiento de la atmósfera. Si bien los focos son fomentados por las altas temperaturas, es el viento el principal responsable de su propagación. De no haberlo, los fuegos serían sofocados tras haber afectado a pocas hectáreas. Si se demuestra que el calentamiento climático propicia que en verano las situaciones meteorológicas con fuertes rachas de viento aumenten, si podría alegarse la influencia del cambio climático. En caso contrario tyoda esta desiderata basura no es digna de ser comentada.
Del mismo modo resulta lamentable que la moda del “verde que te quiero verde” no alcance a la concienciación ciudadana (y de los políticos) a la hora de disfrutar de la naturaleza sin degradarla o ponerla en riesgo. En España, este tipo de educación brilla por su ausencia. Dicho de otro modo, lo mediáticamente verde choca con la cruda realidad de padecer a un sector social importante compuesto de individuos altamente cochinos e irrespetuosos con el ambiente.
Juan José Ibáñez
Gran parte de la pérdida de biodiversidad en los bosques de Europa central y oriental puede atribuirse a la obsesión por el rápido crecimiento económico. Son factores coadyuvantes la contaminación del aire, el agua y el suelo; el desarrollo industrial y agrícola y la urbanización, que han fragmentado la cubierta forestal; y tal vez lo más importante, las prácticas de explotación forestal intensiva centradas sobre todo en la producción de madera. Esta orientación ha llevado a sustituir los bosques mixtos y de frondosas (tipos de bosques naturales en las llanuras de Europa central) por monocultivos de coníferas muy productivos. El paso de los bosques mixtos naturales a las plantaciones de especie única, junto con prácticas intensivas como aclareos en gran escala, retirada rigurosa de árboles muertos y recolección antes de la madurez, han tenido efectos negativos para la biodiversidad forestal. La diversidad biológica se ha contraído también al sustituirse la sucesión natural por la regeneración artificial y la competición dentro de las especies con la selección artificial.
El modelo de «bosque normal» introducido en Europa en el siglo XIX sustituyó la explotación aleatoria por la gestión «racional» de los recursos forestales, y engendró una obligación de regenerar los espacios deforestados. Este modelo ha protegido a Europa contra la pérdida de cubierta forestal y ha permitido que la tendencia al aumento de la cubierta forestal continúe hasta hoy. Pero si bien evitó cambios cuantitativos, los introdujo cualitativos. Al transformar los variados bosques naturales existentes en una serie de espacios arbolados uniformes, el modelo de bosque normal produjo graves interferencias en la complejidad biológica estructural y en la diversidad de especies de los ecosistemas forestales naturales, así como en su heterogeneidad natural y su variabilidad espacial y temporal.
Un árbol muerto dentro de un rodal aumenta la biodiversidad forestal; en Polonia, la retirada de árboles muertos en virtud de una gestión orientada a la producción intensiva ha repercutido negativamente sobre la biodiversidad forestal
Climate change fueling forest fires in Europe: Greenpeace
by Staff Writers;
In
Greenpeace Thursday warned of an imminent «global emergency» as climate change fuels forest fires that have already destroyed tens of thousands of hectares in southern
Spain, Italy, France,
«Forest fires are becoming more intense and out of control in Spain and across southern Europe, as well as in other semi-arid regions such as California and Australia,» Soto told reporters at the launch of their report on the issue. «With climate models predicting increased heat waves in the coming years, we are fast approaching a global emergency.»
The Greenpeace report said heat waves and drier land caused by climate change have combined with «land use changes, abandonment of rural areas and a lack of management of forest areas» to make forests «more flammable, leading to ever larger and more uncontrollable fires.» In a «vicious cycle» the fires also contribute to the climate crisis as «forests are giant carbon stores and when they are burnt massive amounts of greenhouse gases are emitted to the atmosphere.» It warned of more fires in many regions, not just in southern
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