Clima Mediterráneo y Mediterraneidad: Bases Conceptuales y los Problemas Inherentes a su Definición

Resumen: definir y acotar el territorio sujeto a un determinado tipo de clima es tanto o más complejo que clasificar otros recursos naturales que verían en continuo (como los suelos). En este post repasamos las bondades y debilidades de los conceptos de clima mediterráneos más usados, para proponer después uno nuevo basado en criterios cualitativos, más que cuantitativos. Sin embargo, los argumentos empleados son validos con vistas a cuestionar y discutir otros tipos climáticos.   

 

Como ocurre con la mayor parte de los recursos naturales, la definición y caracterización de los diferentes tipos de clima resulta ser un problema de enorme complejidad. De hecho, no existe consenso y si múltiples propuestas realizadas desde los más disparatados puntos de vista.  El resultado es un caos absoluto. Tal aserto, pudiera parecer un tanto incomprensible o temerario, en primera instancia, pero no lo es tanto cuando se entiende su naturaleza. El clima, como los suelos, es un continuo que fragmentamos en unidades discretas o “tipos” en función de ciertos criterios. No podemos hacer otra cosa. La mente humana necesita elaborar categorías con vistas a razonar. Sobre estas, elaboramos clasificaciones. Sin embargo, se trata de unidades multidimensionales, es decir caracterizadas por una multitud de variables distintas. Según se escojan unas u otras, los productos son totalmente dispares. Hoy realizaremos un breve ensayo sobre la dificultad a las que los expertos se enfrentan a la hora de caracterizar el clima mediterráneo. Sin embargo, las consideraciones que expondremos son aptas para todo tipo de climas. Se trata de un ensayo abierto que podría dar lugar a un debate “civilizado por favor”. 

 

 

 

Disposición del clima mediterráneo. Fuente:

The Mediterranean garden society

 

Posiblemente, una de las evidencias más contundentes de la singularidad del clima mediterráneo sea la regularidad de su disposición geográfica en ambos hemisferios y masas continentales, como se muestra en la figura superior. Sin embargo, no formará parte del hilo argumental de este post, por cuanto complicaríamos en exceso de racionalidad que hoy pretendo defender.

 

Los que sigáis esta bitácora, observaréis que durante los primeros meses de 2009 nos encontramos escribiendo varios post con vistas a ofrecer los ensamblajes de suelos y vegetación de todas y cada una de las regiones biogeográficas de Europa. Estos se albergan en nuestra categoría sobre “Geografía de Suelos y Megaedafología”. Del mismo modo, ya realizamos un esfuerzo similar con vistas a “intentar definir” los conceptos de desierto y zonas áridas. Pero comencemos sin más dilaciones.

 

En mi modesta opinión, uno de los principales errores a la hora de caracterizar los diferentes tipos de climas procede de insistir en aunar conceptos cualitativos y cuantitativos. Vivimos en la era de la cuantificación y al hacerlo parecemos más rigurosos. Sin embargo, como comenté en alguna ocasión: “Más vale acertar aproximadamente que errar con precisión”. A menudo, resulta más conveniente comenzar a acotar los problemas con el pensamiento cualitativo, para proseguir, si es el caso, con el cuantitativo. Si el primero fracasa, el segundo no generará más que ruido adicional. Por tanto, en lugar de intentar ocultar nuestra ignorancia con cifras que den cuanta de un mal concepto, resulta más constructivo retroceder para volver a empezar y replantearse la pregunta desde otra perspectiva. Este es el enorme error de los edafometras, al pretender  suplantar en vano las taxonomías actuales de suelos por las numéricas. El problema estriba en que estos individuos sabrán mucho de matemáticas, pero entienden más bien nada de ciencia.

 

 

 

Laurisilva Canaria. Fuente: espana-turismo

 

Suele decirse del clima mediterráneo que se encuentra caracterizado por inviernos fríos y húmedos, en conjunción con veranos cálidos y secos. Los primeros generarán un paro invernal de la vegetación, mientras que los segundos otro estival por estrés hídrico. Tales aserciones tan solo son válidas hasta un cierro punto. ¿Por qué? Primero debería precisarse que se entiende por “frío, húmedo, cálido y seco”, por cuanto la respuesta de los vegetales no resulta ser siempre la misma y más aun si atendemos al hábitat por el que se dispersan. Es necesario entender que los dos pares de vocablosfrío y cálido” “seco y húmedo” no son más que meros antónimos, mientras que manejar estos últimos acarrean una multitud de problemas, y tanto más cuando tampoco existe una definición precisa de los mismos, a no ser que escojamos el punto de congelación y el de ebullición, por poner el ejemplo de la temperatura.

 

Sin embargo, el concepto de mediterraneidad resulta intuitivo, y todo el mundo que vive en su seno cree entenderlo. Ahora bien, si se le pregunta a los ciudadanos que lo definan, o no sabrán o espetarán una sentencia generalmente errónea.  He preguntado por él a varios amigos ajenos a la ciencia que viven en Madrid. Todos ellos alegaban que aquí llovía principalmente en invierno. ¡Increíble!. El poder de una ¡falsa verdad o tópico  impregnante!, resulta ser más poderosa en nuestra mente que la realidad que percibimos.

 

¡No!, en grandes extensiones de los “ambientes” mediterráneos las máximas precipitaciones acaecen fuera del solsticio de invierno.  Así, por ejemplo, la clasificación de edafoclimas de la taxonomía americana de suelos apela a este patrón (al que denominan xérico), por lo que para extensiones considerables de la España mediterránea los edafotaxa pasarían a ser considerados suelos subtropicales (régimen ústico). Solemne estupidez. Pero incluso algunos bioclimatólogos así lo consideran. Sin embargo, otros defienden que es un subtipo de clima templado. Finalmente, están los defendemos que atesora su propia idiosincrasia.

 

Tan solo las máximas precipitaciones, en el contexto del mundo mediterráneo de la Península Ibérica, pueden acaecer en otoño, otoño-invierno, primavera, primavera-otoño e invierno- primavera, (no se si me olvido de alguna otra combinación). Incluso existen en algunas localidades áridas de la Depresión del Ebro  (NE de España), en las que los máximos se generan en ¡verano!. No obstante, también se dan subtipos de climas tropicales, por ejemplo, en las que las máximas lluvias se generan en primavera y otoño. Por estas razones, no me extraña que algunos colegas latinoamericanos que habitan en ambientes subtropicales menten que detectan un clima mediterráneo en ciertas regiones de aquellos territorios. Y no lo dudo, si se aplica una clasificación al uso.

 

OK. Supongo que algunos de vosotros pensaréis que Juanjo a “patinado” por no tener en cuenta lo “frío-cálido”.  Pero no es así. Es cierto que parte de los ambientes mediterráneos padecen un paro vegetativo estival. Pero no todos. No me refiero a los ambientes montanos que aquí denominamos sub-mediterráneos, y que atesoran bosques semi-caducifolios (los anglosajones no tienen ni vocablo para definirlo) o caducifolios (al lado de otros perennifolios genuinamente mediterráneos). Este post no concierne a los subtipos de transición entre el mundo templado y el mediterráneo. Intento explicar la problemática inherente al concepto “central”, y no a los ambientes que se encuentran en medio de ambos lados del espectro.

 

Hace ya varios años colaboramos con Agustín Lobo (CSIC, Barcelona) en un trabajo de teledetección que llevaba por título:

 

Lobo, A., Ibáñez Martí, J.J. & Carrera, C. 1996. Regional scale hierarchical classification of temporal series of AVHRR vegetation index. Int. J. Remote Sensing,18(15): 3167-3193.

 

Agustín, al extraer largas series temporales de imágenes satelitales comprobó que, desde Gerona al norte de Italia, pasando por toda la costa mediterránea francesa, atesoraban ecosistemas “mediterráneos” que no parecían tener un paro vegetativo estival claramente definido, a pesar de albergar bosques perennifolios mediterráneos. José Luis González Rebollar (CSIC, Granada) me comentó que, efectivamente, parte del cortejo florístico de aquellos encinares se semejaba más al de los quejigales (semi-caducifolios) que al de los encinares (perennifolios) ibéricos. No podemos soslayar aquí que las “manitas del hombretienen mucho que ver en la distribución de la vegetación mediante varios procesos distintos que no podemos detallar aquí (incendios, erosión del suelo, gestión ganadera, etc., etc.,).  Por lo tanto, la vegetación nos puede servir como guía, pero haciendo uso de ella con suma prudencia.

 

¿Y que decir del paro vegetativo invernal causado por el frío? ¡Más de lo mismo!. A la orilla del mar, las fluctuaciones de temperatura se dulcifican sobremanera. De este modo, existen enclaves que, por término general, no sufren paros vegetativos más que esporádicamente. Por esta razón, encontramos “vestigios de laurisilva Macarronésica” (vegetación típica de las Islas Canarias) en las serranías de Cádiz (Andalucía) e incluso en las Rías Bajas Gallegas (bioma templado caracterizado “por lo general por una vegetación potencial caducifolia). Hablando con José Torrent (Universidad de Córdoba), sobre mis incertidumbres en estos temas, me comentaba que en ciertas localidades gerundenses (las que concernían al estudio de Agustín, y en donde no encontrábamos claros paros vegetativos estivales), existían muchos topónimos referentes al laurel (en lengua catalana), aunque actualmente aquél territorio esté desprovisto mayoritariamente de laurislvas. Recordemos que las laurislvas no padecen paros vegetativos dignos de mención y prolongados a lo largo de todo su ciclo anual.

 

Pero volvamos por un momento a los trópicos antes de realizar nuestra arriesgada propuesta (siempre provisional). ¿Qué diferencia a una tropical de otra mediterránea cuando comparten las máximas precipitaciones en verano e invierno?. Podría apelarse al frío invierno mediterráneo. En parte sí, pero si no hay paro vegetativo…. Pero hay más. Mientras que en los trópicos las lluvias caen mayoritariamente en todo y/o especialmente hacia el final de la estación del equinoccio primaveral (el otoño nos importa menos en este contexto) en el mediterráneo lo hacen tan solo en sus inicios. En otras palabras, durante gran parte de esta estación la vegetación mediterránea vive del agua almacenada en los suelos. Mientras allí se recibe del cielo. De este modo, cuando llega el verano el medio edáfico mediterráneo tiende a encontrarse secos, mientras que en los trópicos no. Juntemos este factor con la evolución de le temperatura y habremos dado un gran paso hacia delante, aunque no lo parezca.

 

Y aquí viene nuestra propuesta de definición que, en el mejor de los casos será una condición necesaria, aunque posiblemente no suficiente. Sin embargo, algo es mejor que nada.  

 

El clima mediterráneo es aquel caracterizado por la presencia de cuatro estaciones muy contrastadas de forma que: (i) el periodo más frío (finales de otoño-invierno-principios de primavera) recibe las máximas precipitaciones; (ii) el periodo más cálido (finales de primavera-verano-principios de otoño) sufre los mínimos de precipitación (salvo lluvias torrenciales ocasionales) y (iii) existe una “tendencia” al paro fenológico de la vegetación por las bajas temperaturas en (i) y/o por estrés hídrico en (ii).  

 

 

 

Laurisilva mediterránea (Cádiz): Fuente: Google Images

 

Reitero que, a causa de a la enorme variabilidad espacio-temporal inherente al clima mediterráneo, acotar cifras genera más confusión que claridad. Debemos aprender a manejar definiciones imperfectas (siempre que seamos conscientes de ello), es decir “vivir” en la incertidumbre”. Sin embargo, una cuestión es atesorar una definición laxa y otra bien distinta que sea totalmente errónea. Por última vez en este post: “más vale acertar aproximadamente que herrar con precisión”.

 

Pues bien, ¿Cómo podríamos calificar el clima de las Islas Canarias?. Algunos opinan que se trata de un tipo climático subtropical mientras otros defienden que es mediterráneo. De acuerdo a mi propuesta de definición, resultaría ser mediterráneo.  Fijaros en el palabro “tendería” del ítem tres. Obviamente no asevero, sino que más bien sugiero.

 

El gran problema de todo este asunto estriba en que numerosos estudios e inventarios se basan en definiciones y segmentaciones espaciales muy deficientes. Y sobre ellas hablamos de la biodiversidad del mediterráneo, ecosistemas mediterráneos, suelos mediterráneos, etc.  Lo mismo es cierta para los restantes climas. Se trata de “constructos ambiguos” que no de realidades fehacientes. No puedo dejar de sonreír cuando los edafometras pretenden eliminar las clasificaciones de suelos por subjetivas. ¿Qué decir entonces de las climáticas, geomorfológicas, ecosistémicas, etc. De acuerdo a estos borricos todo debería ser borrado del mapa, con vistas a dejar paso a una plétora de cifras y números que, pos si solos, aportan más confusión que claridad (“once again”).   

 

Ahora si queréis podéis expresar vuestras opiniones, siempre que sean educadas y constructivas. Los insultos se borran por “definición”.

 

Juan José Ibáñez

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5 comentarios

  1. En principio estoy bastante de acuerdo con tu definición de clima mediterráneo, pero creo que habría que hacer algunos números para demostrar tu hipótesis, es decir, coger un número de estaciones elevado, de todas las zonas del mundo con clima mediterráneo y comprobar si se ajustan a tu definición. Porque, como tú dices, los climas mediterráneos son muy diversos.

    Mientras tanto estaremos siempre haciendo conjeturas o apreciaciones subjetivas. ¿Cómo lo ves?

  2. Obviamente es una conjetura y hay que probarlo. Tan solo es un texto para la reflexión. Sobre hacer números tendría que saber más de las bases de datos con registros oportunos. Pero cuidado si voy a los que indica con clima mediterráneo ¿Con que criterio?. Porque si no sale puede ser que me equivoque yo o los que han clasificado como clima mediterráneo los datos de algunas estaciones. Me parece que me metería en un círculo vicioso (o algo peor) si no me ayuda un experto.

    Un cordial saludo

    Juanjo Ibáñez

  3. Yo, de entrada, cogería los datos de AEMET (antiguo INM) de las estaciones de primer orden, de la Península y las islas, para empezar, y luego de otras partes del mundo. A ver si te animas y lo hacemos, je je.

  4. Jorge,

    Hacerlo no es tan fácil y los propios datos de muchas estaciones meteorológicas del mundo son poco fiables. Hay que selecccionar bien y saber las bondades y debilidades de las fuentes. En 1979 trabajé sobre los de Salamanca, con vistas a analizar sus series temporales, y resultaba que en unas localidades llovia en julio, pero no en septiembre y viceversa. ¿Razón?. Las vacaciones asincrónicas. Posteriormente (y esto te interesará más), observé que los datos de precipitació de Ávila capital eran tan anómalementer bajos que el clima del suelo, segun la USDA ST. era arídico, y por tanto los suelos de sus alrededores aridisoles ¿¿??. ¿Razón? Posiblemente una mala ubicación Bien, este tipo de deficiencias afortunadamente han ido subsanándose por la AEMET para España. Sin embargo, dudo que ocura lo mismo en otros lugares del mundo, especialmente en los países menos favorecidos.

    Como científico profesional, me debo a mi trabajo e Institución. Esto significa que no puedo llevar a cabo trabajos intensos y prolongados que no pueda luego publicar en los malditos ISI papers. Resulta que una cosa es tener una buena idea y otra bien distinta conocer lo suficientemente la literatura científica como para redactar un documento "políticamente correcto". Meterte en un campo nuevo significaría estudiar durante meses esta última bibliografía.

    No es tan fácil como parece, por desgracia. Quizás cuendo me jubile. Ahora bien espera que aparezca el post sobre los suelos y vegetación de la región biogeográfica Macarronésica y verás que la paradoja vuelve a repetirse. Yo llamaría mediterráneso a lo que en la literatura e internet (salvo alguna honrosa excepción) denominan subtropical. El problema está en los conceptos, más que en las series de datos.

    Un abrazo

    Juanjo Ibáñez

  5. hola Juan Jose.
    por fin encontre algo diferente en cuanto a definicion sobre clima mediterraneo…en realidad estoy en la confeccion de un trabajo sobre clima medit. del mundo y no me convencia casi nada en cuanto a definiciones y la verdad este articulo me abrio otra mirada…gracias!

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