Cuando más intento discernir los rasgos más relevantes que diferencian las culturas cazadoras recolectoras de las protoagrícolas, ganaderas y plenamente agrarias, mayor caos atraviesa mi envejecido cerebro. Llevo años leyendo sobre este tema, de un lado y de otro, por las más diversas razones. Tengo la sensación de que el problema no estriba tanto en los conocimientos que atesoraban, como en el grado en que los diferentes pueblos dependían de los recursos a su disposición. Hoy, intentaba explicaros la primitiva protoagricultura del pueblo Kawésqar (sur de la región patagónica chilena), de la que ya esbozamos algunos comentarios en un post anterior gracias a las informaciones que nos proporcionó el antropólogo físico Eugenio Aspillaga Fontaine (Departamento de Antropología de la Universidad Nacional de Chile), durante el viaje en que casualmente coincidimos. Sin embargo, caí en la cuenta que debíamos intentar primero dejar claro que es la protoagricultura. Y aquí surge comienzan los quebraderos de cabeza. No he encontrado prácticamente definiciones en la Web, siendo la mayoría de ellas muy ambiguas (como en este y este enlace). Curiosamente, me encuentro leyendo un libro en el que su autor, un experto en teoría de juegos, osa explicar su visión de la evolución de las culturas humanas. Pues bien, resulta que nos ofrece muchos detalles al respecto. Y como no hemos hablado de los aborígenes de Norteamérica (con la salvedad del los que habitaban en territorio mexicano), aprovecharemos la ocasión para ofrecer algunos detalles etnológicos. 

 

 

 

Nacimiento de las agriculturas

 

Robert Wrigth en su libro Nadie Pierde“, nos informa sobre los hábitos de las tribus indias de la costa noroccidental de Norteamérica, y más concretamente de las situadas entre las actuales fronteras de EE.UU. y Canadá. Hablamos de los: “Salís, Haida, kwakiutl, Nootka, Chilkat, etc.” Del libro de Roberto hablaremos en otra ocasión, por cuanto resulta de sumo interés desde diversos puntos de vista. En este post, tan solo tomamos prestadas ciertas informaciones sobre los susodichos indígenas. Eso sí, también vuelve a salir a la luz la idea de que el planeta apenas alberga paisajes y suelos prístinos, por mucho que se empecinen los que hablan de vegetación sin entender la historia de las relaciones entre el ser humano y su entorno. ¡Hay que documentarse un poco más antes de espetar necedades!. Otro tema del que hablaremos dentro de algún tiempo, y que suele denominarse arqueología del paisaje resulta muy relevante en este contexto.

 

 

 

Recreación de una villa kwakiutl

Fuente: Biblioteca de la Universidad de Washington

 

Roberto analiza detenidamente los hábitos de estos pueblos (y algunos otros) con cierta minuciosidad. Resulta que, para ser considerados bárbaros, sabían casi de todo: cazar ballenas, practicar una “acuicultura” incipiente, manejo del riego y domesticación de plantas, etc., etc. De hecho, algunas de estas culturas ya atesoraban huertos de la que extraer alimentos y otros materiales de interés humano. Este autor, denomina a estos nativos norteamericanos como las  Sociedades del Hombre Importante”. Viene a decirnos que se encontraban cerca de alcanzar (o en una fase inicial) lo que los antropólogos e historiadores denominan “jefaturas”. Es decir, su modo de vida era cazador-recolector-protoagrícola  (como los Sirionó de Bolivia). Según nos narra Roberto, su estructura social era bastante avanzada en muchos sentidos. Si de hecho,  si no llegaron a desarrollar una sociedad agrícola (antes de la llegada de los europeos) fue debido a que disponían de muy abundantes recursos. Pero hay algo más. Basaban gran parte de su modo de vida en otros quehaceres que los propiamente agrícolas-hortícolas, utilizando los productos derivados de estos últimos para promocionarse (búsqueda de una posición social elevada), ornamentación, ostentación, banquetes, etc. Tal hecho, me recordó otra  narración de etnobotánicos que, estudiaron las prácticas ancestrales de un pueblo  de América del Sur, en los que sus aborígenes cultivaban e hibridaban plantas ornamentales (o tratándolas como tal) en pequeños huertos. Atesoraban numerosas variedades de sus ensayos. Empero no realizaban tal actividad para alimentarse, sino por razones parecidas a las que apunta Roberto. 

 

Como se nos dice en este enlace:

 

Agriculture is an outgrowth of domestication. Thus it is impossible rigorously to define a moment of transition. At an early stage in the development of agriculture, it would be impossible confidently to identify the protoagricultural society. The interactions with domesticated plants of the early agricultural society would be indistinguishable from those of the domesticatory society. The significant techniques of environmental manipulation might not be being performed for consciously agricultural ends. Fires encouraging the growth of domesticated plants might be being set to drive game; forests might be being cleared to furnish building materials. We could only be sure that we were indeed dealing with a protoagricultural society if we knew how the relationship would develop in the future. If we need to define, for any particular society, the moment of transition from a domesticatory to an agricultural way of life, I would suggest that it is the point at which agricultural interactions became more important to the society than domesticatory interactions with plants. «Importance» may be read in two ways. We may consider it to represent the relative significance of agricultural behaviour to the future development of the society. We may also view it as the contribution that each form of behaviour makes to the overall subsistence of the society at any given moment. This latter interpretation is of critical importance in understanding the evolution and subsequent spread of agricultural behaviour.

 

Domesticatory Relationships

Predator/prey interaction. Mutualistic relationships such as domestication have the potential to change the relationship which exists between predator and prey. In the typical predator/prey relationship, as the total number of predators increases both the total and relative amounts of food available to the predator decrease.

 

Resumiendo, resulta casi imposible reconocer con exactitud cuando muchas sociedades del pasado se encontraban en un estado protoagrícola o agrícola. Todo depende de su percepción de los recursos que disfrutaban, así como de su proyección de futuro (direccionalidad). No es lo mismo haber domesticado ciertas plantas y animales que poseer una mentalidad “domesticadora”. No debe por tanto extrañarnos que Robert Wright considere que, más que revolución agraria, deberíamos reconocer que fue una evolución (excepto cuando un pueblo, por las buenas o por las malas, asimilaba abruptamente la tecnología de sociedades más avanzadas con las que interaccionaban). En el párrafo anterior también se nos recuerda la importancia del fuego con vistas a aclarar el bosque para introducir plantas domesticadas, obtener material para la construcción y combustible, etc. Fuera cual fuera el caso, el autor de estos párrafos llega a la misma conclusión que Roberto y que yo: Puede habarse de sociedades agrícolas cuando su alimentación, vida social etc., se encuentra subordinada a la agricultura, con independencia de las tecnologías que usaran.

 

 

 

Protoagricultura en Norteamérica

 

De hecho, Roberto nos informa que, cuando una cultura concreta adoptó un modo de vida agrícola, no lo fue porque de tal hecho significara un progreso, ya que tal práctica tiene sus pros y sus contras. Unas lo hicieron y otras no. Pudo ser el azar de su evolución, la necesidad de sobrevivir en un momento dado, o el deseo de incrementar el número de moradores, con vistas a ser más numerosos que los “presuntos enemigos” con los que debían competir.  Pero sigamos. En este otro enlace “Protoagricultura en Norteamérica “,  como  pié de la foto anterior (un paisaje herbáceo de EE.UU.), el autor afirma que:

 

Native Americans thinned trees by building fires at their bases. Thinning increased grassland, improved watershed, and promoted greater nut production from remaining trees. The explosive growth of grass (above) is the result of tree thinning and active soils maintained by livestock and subsequent burning.

 

(…) Para proseguir señalando (extraigo tan solo algunos párrafos):

 

Native Americans had managed the woodlands and grasslands to produce native game animals, native birds and fish, native seeds, berries, nuts, greens, fruits, bulbs, corms, mushrooms, roots, basketry and cordage materials, firewood, weapon-making and building materials, medicines and ceremonially important plants by processes collectively called «proto-agriculture.» They burned the brush to prevent catastrophic wildfire and to increase wildlife and visibility for military reasons

 

The very soils were changed by their activities. Many «wild» native plants that exist today are in fact the products of ancient Native American genetic selection and propagation projects that favored better-tasting or more useful versions.  The sight of a wild, trackless, impenetrable, dense forest or barren, brushy tangle (both subject to huge devastating wildfires) with little animal life and nothing to eat repulsed Boone, as it did the Native Americans of his time. He was used to productive, gentled native landscapes —humanized landscapes full of bears, deer, rabbits and squirrels.

 

Advocates for a return to ãpristineänature demand an end to ranching, claiming that ranchers ãalterä what activists imagine to be ãnaturalä ecosystems. Water holes, water troughs, erosion controls, irrigation, seeding, grazing, clearing brush, making a living on the land, hunting and fishing are all castigated as wrong and bad. 

 

Forest composition had been modified, grasslands had been created, wildlife [populations modified], erosion was severe in places. Earthworks, roads, fields, and settlements were ubiquitous. With [Native American] depopulation in the wake of Old World disease, the environment had [fewer fields and villages and had become more proto-agricultural than agricultural] in many areas. A good argument can be made that the human presence was less visible in 1750 than it was in 1492.» The Native American depopulation was a tragedy believed to have killed up to 90 percent of Native Americans within 200 years of original exposure to European diseases, to which they had no immunity. Millions still survived in North and South America. It pleased European consciences to imagine the land as free for the taking. According to Denevan: «The pristine view is to a large extent an invention of nineteenth century romanticist and primitivist writers such as Hudson, Cooper, Thoreau [who was terrified the one time he experienced actual wilderness], Longfellow and Parkman, and painters such as Catlin and Church.»

 

Así pues, de acuerdo al autor (y yo lo firmaría también), los aborígenes americanos, habían trasformado los ecosistemas prístinos utilizando el fuego (pero también el manejo del agua, vías de comunicación, etc.)  cuyo objetivo era fomentar la demografía de grandes manadas de herbívoros, y otros animales y vegetales de su interés. De este modo, transformaron todo el paisaje incluidos los suelos. Las epidemias, llevadas por los colonizadores europeos, los diezmaron (antes incluso de que los colonizadores llegaran a entrar directamente en contacto con ellos; se propagaban rápidamente desde focos de contagio previos con otros pueblos colindantes). Por esta razón lo que vieron los primeros conquistadores, en algunos casos, consistía en pueblos que ya habían retrocedido a estadíos precedentes de su evolución cultural, una vez fueron diezmados y desorganizados por las enfermedades de los conquistadores. J. Diamond, en su bestseller Armas, Gérmenes y Acero nos narra la misma historia para los aborígenes californianos. Y eso fue lo que describieron también los primeros antropólogos que los estudiaron. La idea de una naturaleza pristina (incluyendo los suelos) nace de la mente del romanticismo decimonónico, no es una realidad incuestionable. Recordemos también que una práctica frecuente de la protoagricultura, que aun persiste entre ciertos aborígenes de América del Sur, consiste en clarear ciertas partes del bosque con vistas a hacer crecer allí las plantas de su interés, procedimiento del que ya hablamos y se denomina “reserva extractiva”, de acuerdo con E. O. Willson (ver los numerosos post que versan sobre el tema incluidos en nuestra categoría: “Etnoedafología y Conocimiento Campesino”).

 

 

 

Nacimientos de las agriculturas

 

 

Y en este otro enlace, respecto al libro de Robert Wright se nos informa de que:

 

Muchas personas, en particular los científicos, creen que cuanto más comprensible nos parece el universo, menos sentido le encontramos. Robert Wright no se cuenta entre ellos, pues la tesis de este libro apunta que tanto la evolución biológica como la historia humana siguen una dirección determinada. En él explica la creciente complejidad de la evolución biológica, tecnológica y social de la especie humana, y se propone dilucidar si la vida avanza hacia un fin concreto. Desde las sociedades de cazadores-recolectores de América, pasando por los reinos africanos y la tecnología china, Wright examina cómo hemos llegado a la actualidad, y aporta una vía de orientación al nuevo milenio. La clave está en que la vida puede observarse desde el punto de vista de la teoría de juegos (la lógica de «suma cero» y «suma no nula»): del mismo modo en que en algunos juegos el triunfo de un jugador no supone la derrota de los demás jugadores, la vida nos enseña que de la acumulación de juegos nace la complejidad social y la globalización. Wright guarda un as en la manga: si la implacable lógica de juegos señalaba desde los orígenes del hombre hacia la vida actual, entonces el destino desafía al caos mundial con una prueba de imaginación. «El destino de nuestra especie es elegir… Como protagonistas que somos, no podemos eludir sus consecuencias», afirma, e insta al lector a reflexionar.

 

Y con el tema de la evolución hemos topado. Sin coincidir con parte de la argumentación y conclusiones de Roberto (un enamorado y abanderado del “libre comercio”, del que su libro es una oda), es razonable pensar que, si una buena parte de las culturas terminaron por hacerse agrarias podría ser (como apunta él) por la inexorable marcha de los sistemas naturales, sociales y tecnológicos hacia una complejidad creciente. Se trata de una regularidad de los sistemas complejos. Ahora bien, no debe descartarse que se extinguieran. Reiteramos que, la agricultura que tenía sus pros y contras, si permitía elevar la densidad demográfica (fuera este un objetivo, o una consecuencia colateral, de tal cambio cultural). Y en caso de conflictos bélicos…… ¡el número también importa y mucho! Sin embargo, Roberto argumentaría que tal sugestión ya estaba incluida en su ecuación, por cuanto la guerra es lamentablemente consustancial al colectivo humano.

 

Resumiendo, podemos decir que una cultura se encuentra en un estado protoagrícola cuando tiene los conocimientos necesarios para convertirse en agrícola, pero no el interés de conseguir tal fin debido a que dispone de abundantes y variados recursos a su disposición.

 

Dejemos para otra ocasión la inexorable emergencia de la agricultura. Y para los que se atrevan con la lengua de Napoleón abajo os incluyo este pasaje cuyo enlace está en el encabezamiento de los siguientes párrafos:

 

Proto-agriculture

Tous les chasseurs-cueilleurs du monde connaissaient les plantes à la perfection. Seuls quelques savants peuvent être meilleurs botanistes qu’eux! Nos lointains ancêtres savaient parfaitement comment une graine donne une plante une fois semée, et ce des milliers d’années avant la naissance de l’agriculture. Ils pouvaient rendre comestible des végétaux qui ne le sont pas à la base, ils savaient traiter et utiliser à leurs avantages les substances toxiques présentes dans les plantes vénéneuses. Les chasseurs-cueilleurs n’ont donc pas eu à inventer de toutes pièces l’agriculture, celle-ci faisait déjà un peu partie de leur quotidien, ils en maîtrisaient parfaitement les mécanismes. Mais la généralisation des techniques d’agriculture n’étaient soit pas possible à cause d’un climat trop rude, soit inutile dans un environnement favorable.

 

Il faut bien se rendre compte que l’agriculture demande beaucoup de travail. Défricher, ameublir le sol, l’ensemencer, protéger les pousses des prédateurs de toute sorte, etc. Cultiver requiert des efforts considérables, des efforts inutiles lorsque l’on dispose de ce dont on a besoin à portée de la main. Sapiens ne cultivait donc que dans certaines circonstances des plantes rares auxquelles ils tenaient (ex : le tabac chez les peuples paléolithiques américains).

 

Mi dominio del francés es deplorable, por lo que una ayudita no me vendría nada mal. Lo que personalmente he entendido es lo siguiente:

 

Todos los cazadores recolectores del mundo conocen las plantas perfectamente. Únicamente algunos sabios pueden ser mejores botánicos que ellos. Nuestros lejanos ancestros sabían perfectamente cómo un grano da una planta una vez sembrada, y esto millares de años antes del nacimiento de la agricultura. Ellos podían volver comestibles vegetales que nos son ¿básicos?, ellos sabían tratar y utilizar sus ventajas las substancias tóxicas presentes en las plantas venenosas. Los cazadores recolectores no han tenido que inventar todos los elementos de la agricultura, por cuanto muchos ya formaban parte de su rutina habitual. Pero la generalización de estas técnicas no podía ser posible debido a su inutilidad en climas adversos, o por ser innecesarias en climas favorables. Debe tenerse en cuenta que la agricultura requiere de mucho trabajo: equivalente desbrozar el suelo volverlo a condicionar cubrir y/o proteger los sembrados de los depredadores y competidores de todo tipo, etc. Hay que darse cuenta que la agricultura demanda esfuerzos considerables, e incluso inútiles hasta que se dispone de lo que se necesita a mano. Los que saben, no cultivaban nada más que en algunas circunstancias plantas diferentes de las que ellos disponían ( ej: tabaco en los pueblos paleolíticos americanos).

 

Ya se que es un horror de traducción. En cualquier caso, el meollo del tema vuelve a ratificar lo previamente defendido en este post.

 

Bueno, tras dos días de colgar el post, nuestro amigo Emilio Cervantes, administrador del blog “Biología y Pensamiento”, nos ha “echado una manita” para arreglar algunos de mis serios deslices en la traducción. Gracias Emilio.

  

Juan José Ibáñez

Compartir:

5 comentarios

  1. Hola a todos. Como historiadora contemporaneo de lo agrario, este trbajaito me aporta al horizonte de la agricultura mucho en que pensar, la protoagricultura nos remite a la agricultura como hecho cultural y no solamente tecnologico mo se insiste lamentablemente con fercuencia. Gracias!

  2. Colega:

    En realidad este proceso al parecer ha sido muy complejo en todo el orbe, no es posible determinar donde surgió como consecuencia de desarrollos locales y donde intervino la difusión, son procesos que se traslapan y es muy dificil ver los elementos por separado.

    En estos momentos estoy desarrollando un proyecto doctoral sobre las sociedades protoagricultoras en el centro de Cuba y he podido observar que ambos procesos pueden haber ocurrido.

    Le invito al intercambio de opiniones.

    Muy agradecido desde ahora

    Alfredo

  3. Hola Alfredo,

    No me importa intercambiar opiniones. Sin embargo, sería interesante que tu propusieras primero tus puntos de vista. Por lo tanto, te invito previamente a que escribas un post en esta bitácora dando tu punto de vista y algun dato interesante sobre Cuba, ya que recibimos muy poca información de allí. ¿Te parece bien?. Obviamente firmas tu, Haría falta alguna fotografía y una foto tuya si lo consideras oportuno.

    Un cordial saludo compañero

    Juanjo Ibáñez

    PD. Para ponerte en contacto conmigo mira arriba de los post y aparece una pestaña que se llama "contacto". Los contenidos que se escriban allí tan solo los veo yo y ya te envio mi correo electrónico personal.

  4. Che me copio la pagina para poner en otro post con referencia al tema, muy buena info para agendar. Saludos.

Deja un comentario