Fraude Científico, Investigación, Desarrollo e Innovación Tecnológica

La Política en materia de I + D + i de todos los países hace un especial énfasis entre la necesidad de reforzar la relación entre investigación científica y empresa privada. Se considera que así se impulsa la competitividad y la innovación. Nada que objetar, en principio. Ahora bien, ¿como afecta este binomio al fraude científico? De todos es conocido que las empresas buscan beneficios a toda costa en un mundo cada vez más competitivo. Como dicen los japoneses en la guerra y el amor todo vale. Hoy vivimos en un mundo caracterizado por una despiadada guerra entre empresas, que condiciona la actividad económica mundial. Por tanto, con tal de salir a delante “todo vale”. Sin oponerme frontalmente a tal enfoque, me acechan cuatro inquietudes: (i) Cada vez se hace un menor énfasis en la investigación básica; (ii) ¿Es posible que el científico mantenga la neutralidad (por no hacer uso del vocablo “objetividad”) al trabajar junto, o en compañías en donde esta última actitud no suele ser tenida en cuenta?; (iii) ¿Afecta tal estrategia a un incremento del fraude científico en la actualidad? y (iv) ¿Cómo repercute la tendencia mentada al ciudadano?. Hoy (20 de enero de 2006), el boletín de la CAM se hace eco de una noticia que pone los pelos de punta. De tal análisis, publicado en la Revista PloS Medicine (PLoS One) parece que se pueden obtener tres conclusiones muy interesantes: (i) Tal ciencia es todo menos neutra; (ii); Muchos científicos terminan siendo cómplices de las compañías para las que colaboran, o en las que trabajan y (iii) Se estafa al ciudadano. ¿Por qué solo se suelen ver los pros y no los contras de esta fabulosa política?

 

 

 

Dr. Jekyll y Mister Hyde

Fuente: Aquí

 

Tan solo hace falta leer la noticia mentada con vistas a calibrar la magnitud del problema. Esta lleva el poco alarmista, pero también esclarecedor título de: Los fabricantes de bebidas “también” sesgan los estudios. Por supuesto el entrecomillado es mío, pero dice más de lo que en primera instancia uno pudiera pensar. Todos sabemos el dinero que mueven las multinacionales de la alimentación y de las farmacéuticas. Los El Estados defienden la política de la investigación empresarial (insisto, nada que objetar). Ahora bien, como vemos también, se fomenta el fraude y mala praxis científica, aunque sea involuntariamente. Empero lo peor es que el ciudadano es mentido con total asiduidad y no sabría decir si con absoluta impunidad. ¿Quien defiende al ciudadano? ¿No deberíamos replantearnos como “cuidar” mediante una legislación adecuada este tipo de casos? Si el comprador cada vez desconfía más de la ciencia, no nos quejemos luego de que tan solo se trata de una actitud “irracional”. Solamente he mostrado un  ejemplo. Ha sido extraído de una revista muy seria aunque joven. Sabemos que la prensa esta plagada de casos parecidos en los que reiteradamente salen a la luz las multinacionales farmacéuticas.

 

Seamos honestos. Debemos cuidar la calidad y neutralidad de la ciencia si no queremos que se nos escuche con desconfianza y recelo. Quien siembra vientos cosecha tempestades. Luego los científicos nos lamentamos de la cultura del ciudadano, empero ¿cuidamos la nuestra? Si no hay credibilidad (…) Lamentablemente, en los últimos tiempos observo entre muchos colegas una arrogancia que debiera ser reemplazada por la humildad. No se trata de sustituir el agua «bentita» por la científica anti-colesterol» ¿O si? 

 

 

Juan José Ibáñez     

 

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