En una nota anterior, pusimos en duda las bondades y expectativas que están despertando los biocombustibles desde diversos puntosa de vista. La UE, con su perspicacia de siempre, se ha lanzado a una aventura de alto riesgo. ¿Podemos decir rotundamente que se trata de una tecnología limpia? ¿Terminará por reemplazar a los combustibles fósiles? ¿Reducirá o aumentará los desequilibrios norte sur? Ya nos vendieron una revolución verde durante la década de los sesenta, rica en pesticidas, agroquímicos polutantes, etc. Resultó ser un verdadero fiasco. Luego se nos prometió una revolución biotecnológica sustentada en trasngénicos que a la postre, en lugar de paliar el hambre, está generando más pobreza y dependencia tecnológica en los países pobres (ver abundante comunicación en la revista de acceso libre Portal Medioambiental). Eso si, las multinacionales del ramo sacaron de ambas “revoluciones” pingues beneficios. Ahora, de nuevo nos quieren cubrir las tierras agrícolas de plantas productoras de biocombustibles (cultivos energéticos), con la perspectiva de que nos sacarán la crisis energética. ¿Porqué las instituciones, ciertos colectivos científicos y la  prensa son tan propensas a las modas? ¿Paliar problemas o parecer que lo hacemos? Cada día esto se parece más al contenido de la novela “1984” de Orwell. Si luego nos quejamos que el ciudadano sea escéptico habría que preguntarse: ¿De quien es la responsabilidad? Lo que por un lado resuelve la tecnología, nos lo devuelve por otro en forma de problemas ambientales, sanitarios, alimentarios, etc. La culpa no es obviamente de esta última, sino del uso insensato que hacemos de ella. Pero deseamos mejorar la I + D + i de compañías multinacionales, apátridas y sin escrúpulos con fondos públicos. Estas solo defienden su desarrollo sustentable, no el de los ciudadanos, ni países de origen (sino analizemos el porqué y el problema de las deslocalizaciones) ¡Así nos va! ¿Economía sustentable?

El siete de agosto de 2006, el Boletín de noticias de la CAM reproduciría una noticia de la Revista Cinco Días, en la cual se ponían ciertos puntos sobre las “ies”, aunque no todos.  El título que le dio el periodista, para variar, era sensacionalista y daba lugar a equívocos, pero al menos la noticia ofrecía materia para la reflexión. Como siempre, que se trata de manipular (genes, por supuesto). En otras palabras, los biólogos moleculares de plantas se frotan una vez más las manos. Y no lo hacen por la definitiva solución de problemas que afectan a la humanidad, sino por meros intereses corporativistas: “más plata para investigar, más becarios y más papers”. Pero claro está, como en el caso de las multinacionales, hay que generar un ambiente favorable.

 

En primer lugar, volver a explotar el agro en función de la “financiación con fondos públicos” de los  cultivos energéticos parece una alternativa a la pesada carga que para nuestras instituciones comunitarias constituyen los subsidios agrarios al uso. En lugar de destinar fondos a productos que podemos obtener de fuera más baratos, no estaría mal que (….). Sin embargo, como en el artículo del último enlace se menciona, existen numerosos problemas. En cualquier caso, convendría hurgar en las cuentas comunitarias con vistas a saber sí, en el trasfondo, lo que subyace es sanear arcas o resolver problemas medioambientales. No lo sé, pero albergo muchas dudas razonables.

 

No se trata de explotar tierras marginales y pobres con escasos rendimientos, aspecto que parece querer afrontar (¿pero lo va a hacer en serio?) un equipo del CIEMAT. Mayores rendimientos se traducen en el uso de agroquímicos (contaminación de suelos y aguas),  riego (más madera a la escasez de nuestros recursos hídricos) y en las últimas décadas también al auxilio de los transgénicos (aquí entran en juego los biotecnólogos ¿contaminación genética?) y ciertas multinacionales tras ellas.

 

Resulta curioso que cuando un tema se pone de moda, inmediatamente aparezca una asociación detrás que agrupe los intereses corporativistas de ciertas empresas y colectivos científicos que, inmediatamente, se ponen con ahínco a bombardearnos, vía prensa, de una publicidad panfletaria que en poco refleja la naturaleza del problema y las potencialidades reales de sus productos. Sin embargo, como dice tanto el artículo mentado,  como el nuestro, al margen de los problemas que genere en los países industrializados, puede ayudar a deteriorar el medio ambiente y a fomentar la penuria económica en aquellos pobres que deben saldar su deuda (si algún día debiéramos saldar nosotros nuestras deudas con ellos……….) con el Banco Mundial, FMI, etc.

 

Me temo que el problema irá a más: ¿no trataremos ahora de jugar en el mercado generado por el Protocolo de Kyoto pelando a la introducción de estos cultivos energéticos en países ya esquilmados por nuestra rapiña? ¿Diremos entonces que introducimos tecnologías “limpias” (mentira cochina) en países pobres, con vistas a paliar nuestro exceso en la producción de CO2? Yo me temo lo peor. Más pobreza vendida de ecologismo barato.

 

Por un lado la UE es crítica con el uso de transgénicos, mientras que por el otro parece hacer indirectamente todo lo posible para invadir la naturaleza de ellos. ¿A que jugamos?

 

¿Se imaginan vivir en un mundo con millones de seres humanos hambrientos y sedientos, repleto de cultivos para alimentar nuestras industrias y necesidades consumistas?

 

Juan José Ibáñez   

(luchando contra los molinos de viento)

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2 comentarios

  1. Muchas gracias por tu blog, que crece día a día, sin embargo me gustaría que las afirmaciones que realizas las soportaras con más enlaces en los que pudiésemos encontrar datos.

    Yo tenía muchas esperanzas en los biocombustibles con la información que había manejado hasta ahora.

    Todo cambia si de lo que estamos hablando es de más regadío en secano, utilización intensiva de productos químicos contaminantes y de plantación de variedades propiedad de multinacionales.

    Si es así, ¿dónde están los científicos?

  2. Lucía, Se hace lo que se puede. Una cuestión es decir que se puede extraer y sacar más rendimiento de un determinado cultivo energético y otra bien distinta que sean rentables. La rentabilidad económica no depende de los científicos, salvo en elaborar variedades que produzcan más biomasa sin agroquímicos. En el caso de los transgénicos intervienen muchas variables. Dos cuestiones a tener en cuenta. La mayor parte de los cultivos empleados son de productos comestibles. Piensa. Segunda se trabaja partiendo de subvenciones económicas.La rentabilidad dependerá de la economía de mercado finalmente, es decir de muchos factores que escapan al control científico.

    Los científicos hacen proyectos y publican. Por desgracia no suelen querer entrar a hacer valoraciones que "perjudiquen sus intereses". Son como casi todos los mortales. Ni más ni menos.

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