Hoy, en el Boletín de Noticias de I + D + i aparece la noticia de ABC Digital: Desertificación: la respuesta de la investigación y la innovación. ¿De qué respuestas habla el autor?. De las mismas de siempre y basándose en los mismos y sempiternos argumentos manoseados maniqueamente, como siempre. Nada nuevo. Originalidad “0”. La prensa científica está repleta de estas comunicaciones vacuas cuando no falaces y lo que es peor aun a menudo argumentaciones que atentan contra la lógica científica más elemental. Ya abundaremos en ella cuando comenzamos un ciclo sobre la “Anatomía de los Fraudes Científicos y el Papel de la Prensa”. Ya que el fraude no consiste tan solo en manipular cifras, sino en vender vino rancio en botellas nuevas, etc. En ocasiones las razones son de naturaleza más política y, como en este caso, de política doméstica. Veamos porqué.

El autor de la nota mentada firma, no por determinado centro o colectivo, sino apoyándose en dudosos supuestos de “argumentos de autoridad”. Una cosa son los premios y otra bien distinta la reputación científica. La Prensa suele mezclar y denominar ambas excelencia. Craso error. No podemos comparar Cervantes con Marcial la Fuente Estefanía.  ¿Porqué no firma por su Centro de procedencia? Por la simple razón de que líneas abajo defiende el papel del CIDE (Centro de Investigaciones sobre Desertificación, CSIC-UVA, Valencia) en la red de centros que pretendería liderar de ser apoyada institucionalmente. Tal Instituto fue fundado en la década de los 90 por Juan Sánchez Díaz (Catedrático de la Universidad de Valencia) y el autor de la nota, con el inestimable apoyo de este Administrador como representante del Área de Recursos Naturales de la Comisión Científica del CSIC. Todo eso suele omitirlo cuando su ego desmesurado le hace firmar como fundador del susodicho CIDE. ¿Qué es lo que ocurre? Pues que la desertificación cada vez vende menos. Ya hemos hablado abundantemente del tema en esta weblog y abajo os remito a una buena parte de este material mediante sus correspondientes enlaces.

 

Ya comentamos que el desencanto por la desertificación viene por ser un concepto políticamente correcto y científicamente nefasto, tal cual está definido. Pero el autor de la nota es tenaz y ha vivido de las rentas durante tiempo. Un personaje prototípico de cierto colectivo que tanto daño está haciendo a la ciencia, en mi modesta opinión.

 

En el CIDE, centro al cual pertenezco en estos momentos y espero que por muchos años, cohabitan muchas más líneas de investigación. La desertificación es una más. Quizás un día deba cambiar de denominación para “desfacer entuertos”. Pero a lo que vamos (…)

 

El CSIC, con vistas a  su transformación en Agencia (en palabras de su presidente, aunque esta iniciativa se ha realizado varias veces con anterioridad, con dudosos resultados) viene evaluando a sus Centros, es decir su excelencia. Tales evaluaciones, históricamente han resultado ser un fiasco, estando sesgadas por intereses oscuros y a menudo tendenciosos. La culpa no es de la Presidencia que ordena su realización. Tan responsabilidad debe recaer necesariamente en aquellos que seleccionan los miembros de los comités y en estos últimos. Como resulta que las Presidencias y sus equipos cambian antes que los planes de actuación sean llevados a cabo, los informes mentados suelen terminar siendo papel mojado. Los nuevos Presidentes cambian de equipo y estos defienden otros intereses. Eso sí mientras tanto, a río revuelto ganancia de fundiraptores. Unas veces unos y otras otros.

 

La maniquea manía de confundir excelencia con numero de publicaciones ISI al peso, tiene como resultado que ciertos centros no salgan bien parados cuando se recuentan número de publicaciones por investigador. Mucha fanfarria pero al final todo se queda en las “cuentas de la vieja”. Así nos va. La problemática y relevancia de los centros de investigación va mucho más allá y no se puede cuantificar de manera tan pedestre. Pero eso daría lugar a un concienzudo trabajo carente de sesgos, y eso ya demanda mucho más trabajo, talento y buena voluntad por parte de los evaluadores. Los científicos, como los artistas tenemos egos desmesurados, a veces aliñados de codicias inconfesables y tal mezcla, mala de por sí, en comunidades pequeñas en las que nos conocemos todos, tiene resultados funestos.

 

Resulta que el CIDE, no ha quedado bien parado, como otros muchos centros, y otros que tampoco debían haber sido valorados como excelentes pues: “quien hace la ley hace la trampa”. El CIDE puede y debe mejorar. Eso sí, las directrices que se la han dado se me antojan irreales, alucinantes y dan fe de que los evaluadores no han acartado (ni de lejos) a calibrar correctamente la problemática del centro (en los Centros Mixtos Universidad-CSIC las evaluaciones deben realizarse con mucha más cautela si se quieren dar recomendaciones viables; en el caso del CIDE la cuestión se complica, por cuanto también intervienen dos Consejerías de la Comunidad Valenciana).  Como en cualquier otro instituto científico, vaya bien o no, sea bien valorado o no, siempre resulta necesario un acto de reflexión y humildad, con vistas a afrontar el futuro. Nadie mejor que los propios integrantes del centro, acompañados de expertos que estén allí y calibren adecuadamente su actividad durante el tiempo que sea necesario (actividad muy onerosa) para definir prioridades de futuro “viables”. Esto no se ha hecho. Será el propio CIDE quien deba asumir tal responsabilidad.

 

Actualmente, las Presidencias del CSIC porco pueden hacer más que dar recomendaciones, por cuanto carecen de la financiación necesaria como para llevar a cabo verdaderas políticas de Centro e Institución. Más que nada los Centros son castigados o beneficiados en lo concerniente al número de plazas y becas, ya que las financiaciones las obtienen ellos, no la Presidencia.  Dicho de otro modo, tales castigos o recompensas ya están sesgados en función de la composición de las Comisiones Evaluadoras que eligen los Coordinadores de Área. Y como estos tienen una visión sesgada (intencionada o subconscientemente, que de todo hay), los dados están cargados. Y resulta que el CIDE, producirá menos que otros Institutos, pero en contraste se autofinancia muy bien. Más aun, de seguir las recomendaciones de la Comisión Evaluadora,  se perdería capacidad de captar recursos, por lo que en el mejor de los casos, la “potencialidad para mejorar la producción científica” en función de los criterios dimanantes de la Presidencia no sería tan viable como quieren hacer creer las autoridades del CSIC. No todo se traduce en producir papers en revistas ISI, con escasa visibilidad, como ocurre en muchos centros premiados (“de excelencia”, según nuestros “jefes”). Esta paradoja no solo incumbe a este centro sino a otros muchos repartidos por distintas CC.AA, en donde la financiación autonómica tienen otros intereses más o menos locales, que no favorecen la publicación de los ISI papers. Dilema difícil de solventar. ¿Qué pasaría si la autofinanciación prevaleciera sobre el criterio de ISI papers al kilo?. Muy simple en CIDE hubiera sido premiado y otros que ahora lo son castigados. Esto ocurre en UK por ejemplo, por lo que descalificar a todo un colectivo con un criterio tan sesgado y frágil se me antoja injusto.

 

Ahora bien, lo que propone el autor de la nota es identificar CIDE con desertificación. No es así. Por otro lado, como autodenominado Fundador debería haber realizado una seria autocrítica sobre sus propias responsabilidades, que son muchas ya que también fue director del Centro durante muchos años. Como miembro del CIDE puedo decir que la evaluación deja mucho que desear. Aunque lleva razón en ciertas cuestiones y en otras no.  Más aun sus directrices son utópicas sin una política presidencial (de plazas y contratos) que la respalde. Y ese no es el caso. Sé que la mayoría de mis compañeros mantiene la misma opinión.

 

Demasiado tarde la elaboración de una Red InterCentros sobre un tema que cada vez despierta menos interés en España y la UE para liberar fondos y auspiciar iniciativas. Una cosa es que desde el MIMAN sus autoridades hablen de un tema el “Día Mundial de (…)” y otra bien distinta que les interese realmente.

 

Demasiado tarde y mal, le diría al autor de la nota por no ser más explícito.  El CIDE buscará otra salida a su pesar. Y si no al tiempo. ¿Por cierto que tenía esta noticia de novedad? ¿Ven ustedes el valor y las verdaderas intenciones de numerosas notas científicas? En este país falta prensa científica de rigor: separar el grano de la paja.

 

Otras Notas sobre desertificación en esta Weblog.   

 

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Juan José Ibáñez  

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