En una contribución precedente (Arquitectura de los Suelos y la Vegetación en los Ambientes Áridos y Semiáridos) hablamos como cuando las condiciones ambientales se vuelven hostiles, tanto los suelos como la vegetación contraen su cobertura hacia ciertas localizaciones, generando un mosaico de zonas vegetadas, bajo las cuales los suelos son ricos en materia orgánica (MOS) y mantienen una importante actividad biológica, alternando con calveros desnudos de vida aérea y en los cuales la vida edáfica es muy pobre. Tales calveros, adquieren unos colores generalmente más claros por la escasa cantidad de MOS. Más aún bajo ciertas condiciones, tales configuraciones atesoran geometrías ordenadas que cambian abruptamente de forma tras impactos ambientales. ¿Ocurre lo mismo con la vida que alberga el sistema suelo-regolito al aumentar la profundidad?

Estudios realizados por Maria Arias y Antonio Bello (CCMA-CSIS-Madrid) muestran como, en las estaciones desfavorables (invierno y verano en ambientes mediterráneos, secos o semiáridos) la vida en el suelo baja a los horizontes en donde se retiene mayor humedad, para luego volver a ascender cuando el ambiente superficial es más benigno. Sin embargo, actualmente, los biólogos del suelo no suelen detectar tales comportamientos, no encontrando a penas (o nula) biodiversidad o actividad biológica bajo los horizontes superficiales (A).  Lo paradójico del tema es que en la década de 1950 y 1960 no ocurría lo mismo. Los expertos actuales alegan que tal discrepancia fue causada porque sus predecesores muestreaban con menos cuidado y que por ello, probablemente, las muestras estuvieran muy contaminadas.  ¡Vale! ¡OK!. Si esto fuera sí, podría encontrarse algo de vida en la subsuperficie, horizontes “B” y “C”, pero no más que la de la detectada en los horizontes superficiales “A” de donde debiera proceder tal contaminación. En realidad ahora, con vistas a mejorar la precisión del muestreo se toman muestras muy pequeñas, mientras que antaño se recogían varios kilos. ¿Tienen estas diferentes estrategias de tomas de muestras algo que ver con el problema detectado? Barrunto que ¡va a ser que sí! ¿Razón?: los denominados “SLiMEs, de los que ya hablamos en la contribución mentada.

 

Los Slimes son islas de fertilidad y actividad biológica en un desierto. Una especie de oasis, para entenderse. ¿Cómo es posible que los geobiólogos detecten tales slimes a kilómetros de profundidad (tanto en la litosfera terrestre como en la oceánica) mientras los biólogos del suelo se nieguen en su mayoría a reconocer tal hecho a menos de 1 m de profundidad en el “solum”? No tiene sentido. Ahora bien si pensamos que los mencionados oasis cada vez son más dispersos en profundidad, resultaría que con pequeñas muestras sería difícil detectarlos, pero no así cuando se recogen kilos de suelo (muestras muy grandes). Posiblemente este sea el caso. Es decir se “proclama” mejorar en la precisión de la toma de muestras, para obtener resultados que seguramente no responden a la realidad. Curioso ¿no?

 

Antonio Bello y María Arias me invitaron a impartir una conferencia sobre biodiversidad, en un coloquio sobre el tema, durante un Congreso Mundial de Nematología celebrado en la isla de Tenerife. Me comentaron que ¡diera caña! Al personal y así lo hice. ¡Atónitos se me quedaron los nematólogos europeos que vivían en clima templado. Uno de sus capos, procedente de Los Países Bajos, me desmintió rotundamente. Le respondí que si lo había comprobado. Se cayó. Otro salió en su ayuda, luego otro y otro. Nadie lo había comprobado. Uno finalmente alegó que quizás fuera una cuestión local, pero que generalmente no ocurría así. La respuesta mía fue inmediata: si calculamos la extensión cubierta por los ambientes semiáridos y áridos, resulta que la mentada singularidad local, podría ocurrir en una buena parte del globo. Sin argumentos cambiaron de tema como si nada hubiera pasado. Decía el filósofo Kart Popper [Viena, 28 de julio de 1902Londres, 17 de septiembre de 1994], que la ciencia consiste de conjeturas y refutaciones [falsacionismo] (empíricamente demostradas, claro está). Pues bien, como podéis leer, es “pura teoría”. La comunidad científica no funciona así: le expones una conjetura con soporte empírico, intentan descalificarte y, aunque no puedan hacerlo, tampoco toman iniciativas para refutarla, que es su obligación. ¿Qué hacen? ¡La postura del Avestruz! Y mantiene sus protocolos.

 

Antonio Bello y María Arias son nematólogos de talla internacional y han publicado sobre ese tema. Sin embargo la actitud de la inmensa mayoría del establishment consiste en hacer oídos sordos de lo que no les interesa.  Tan solo se dan excepciones, como en la siguiente publicación: Variations in microbial community composition through two soil depth profiles”: Obviamente hay más contribuciones al respecto, pero son tanto escasísmas, como ignoradazas por la inmensa mayoría de los biólogos del suelo. Lamentable actitud la de los últimos. Más aún, tanto estos autores, como los Doctores Arias y Bello, han mostrado que la composición de las comunidades cambia con la profundidad, por lo que su biodiversidad también es ignorada.   

 

Lo que no puede ser es detectar actividad biológica a kilómetros de la superficie y despreciar lo que ocurre a cuarenta cm. Al tomar esta actitud, están impidiendo detectar si hay un patrón espacial del tipo slimes, cuyo efecto aumenta en profundidad. Resulta irrisorio observar como las raíces de muchas especies vegetales descienden varios metros en profundidad pero “al parecer” la de los organismos del suelo no (o es despreciable). Aunque la biodiversidad descienda de una forma más o menos exponencial con la profundidad, si comparamos la de unos 10 o 20 cm. del horizonte A (lo que suele hacerse) con la que acaece a lo largo de varios metros, nos podemos llevar una sorpresa mayúscula.

 

Lo mismo me atrevería a decir con el contenido de materia orgánica, y de ser así, los actuales estudios de los suelos como reservorios que secuestran carbono de la atmósfera servirían de muy poco. Seguiremos hablando de estos temas por su interés, tanto en lo concerniente a biología del suelo, como por sus repercusiones en los sistemas de mitigación del “presumido” calentamiento climático y la búsqueda de vida extraterrestre (ahí si se estudia, pero no hay dinero, ni voluntad para hacerlo en los dos metros superficiales de suelos. Luego se habla sobre “la verdad científica” y el método científico. Pura propaganda para muchos investigadores contemporáneos.

 

Juan José Ibáñez

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2 comentarios

  1. quisiera saver mas sobre la vida en sulo y como se forma el suelo agricola

  2. Hola Luz,

    Estamos en el asunto. Ya iremos comentando más sobre la biología de los suelos. Estamos empazando a hacer est weblog y hay que ir cubriendo diferentes temas.

    Juanjo Ibáñez

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