Modelos Conceptuales y Representaciones del Sistema Suelo 10:El Modelo Mántrico

Estamos llegando al final de nuestro peregrinaje por los modelos conceptuales de representación del sistema edáfico. Antes de finalizar los aspectos formales, para adentrarnos en otros más jocosos, pero no por ello menos interesantes, permítanme que  presente un nuevo modelo. Novedad para esta weblog. Aunque pueda sorprender, no me estoy burlando de los navegantes. ¡Va en serio! Abandonaremos los cánones científicos ortodoxos para hacer uso de la epistemología y en especial de la ontología.

Como hemos podido observar en las contribuciones anteriores que versan sobre el tema, pueden distinguirse, básicamente, los siguientes modelos del sistema edáfico. El penúltimo de ellos, será el que defendamos hoy aquí.

 

(1)      El suelo como cuerpo natural

(2)     El suelo como sustrato para el desarrollo vegetal

(3)     El Suelo como campo de variables aleatorias (concepción previamente incluida en (2))

(4)     El Suelo como entidad geológica (sistema suelo-regolito en la versión moderna)

(5)     El suelo como manto estructural

(6)     El suelo como manto transmisor de agua

(7)     El suelo como componente del ecosistema

(8)     El suelo como modelo holístico (incluido el sistema suelo-regolito y más)

(9)     El suelo como componente de los sistemas superficiales terrestres (ciencias de la complejidad)

(10)  El suelo en su versión minimalista de la WRB

(11)   El suelo como reactor (estructura-procesos)

(12)  El suelo como biomanto en su versión vitalista

(13)  El suelo como biomanto en su versión científica

(14)  El suelo en su versión mántrica

 

Hemos separado la concepción del suelo como campo de variables aleatorias, por cuanto se trata de una concepción defendida actualmente por ciertos matemáticos, más que edafólogos, que parecen desconocer tanto el significado del vocablo ciencia, como su funcionamiento, y lo que es peor, lo que es una disciplina científica. En cualquier caso, sus defensores, perpetrados en sofisticados constructos matemáticos, poseen actualmente un considerable poder fáctico. Descartamos como verdaderas concepciones del sistema edáfico, las representaciones (11) y (12). La primara, por ser espuria, la segunda por atesorar un vitalismo acientífico.

 

¿Porqué el modelo mántrico? Veamos las razones. Los conceptos son abstracciones. La ontología nos habla de lo que podría ser la «realidad»; sea lo que asea, está fuera del alcance de la ciencia. Como diría mi admirado Jordi Wagensberg, La ciencia es «compresión«. Destila una enorme cantidad de información y nos proporciona constructos que la comprimen en modelos y teorías. Ahora bien tal compresión conlleva inevitablemente una pérdida de parte de la información original. Como ya mentamos, el suelo (o el sistema suelo-regolito) es un ente complejo, multifásico y plurifuncional. Resulta imposible proporcionar una definición que contemple toda su complejidad biogeofísica y auto-organizativa. Las diferentes concepciones del suelo (como de cualquier otro cuerpo natural) han surgido a lo largo de la historia como percepciones del conocimiento científico y los intereses de las sociedades en una época concreta. Algunos de ellos han aflorado de nuevo, enriquecidos (en el mejor de los casos) o maquillados (en los momentos carentes de inspiración heurística) y volvieron, o retornarán, a ser soslayados por la comunidad científica en el futuro, generando una espiral virtuosa o un círculo vicioso, respectivamente. Sin embargo, la idea básica de lo que es un suelo, la percepción de su esencia (sea cual sea) y su identificación como tal, no han variado substancialmente desde el nacimiento de la edafología, como no lo han hecho los conceptos de especies o de las rocas, desde épocas precientíficas.

 

Por todas estas razones, los conceptos científicos no captan globalmente las esencias (ontología) de las cosas. En el mejor de los casos, como una ley potencial, mejoraríamos en nuestra comprensión-compresión acercándonos a una asíntota que jamás alcanzaremos. En la práctica, un concepto aceptado por una comunidad científica, no es más que un consenso alcanzado entre sus integrantes. El suelo es todo y cada uno de los modelos que no hemos descalificado (y seguramente los que lo han sido).

 

Los teóricos de cada época tenemos la misión de intentar mejorar los conceptos y teorías científicas.   Sin embargo hay que ser sensatos. Se trata de una tarea necesaria, es cierto. Empero también es quimérica no lo duden. ¿Existe una teoría del todo?, como se afanan en buscar algunos físicos. Quien lo sabe. Sinceramente creo que nunca lograremos capturar-alcanzar «definitivamente» toda la «realidad» del mundo físico en un mero sistema de ecuaciones matemáticas. Tras cada cambio de paradigma (mecánica quántica, relatividad, etc., por citar el mundo de las CC. Físicas), algunos de sus constructores han clamado cándidamente que en breves años se acabaría el objetivo de estudio de su disciplina. Que ingenuidad, pero también cuanta arrogancia y autocomplacencia. La labor de un teórico es poner orden y racionalidad en los fundamentos del edificio de la ciencia o ciencias a las que se dedican. Objetivo más pobre quizás, pero también más pragmático y necesario.

 

Resumiendo no podemos ofrecer un concepto definitivo de lo que es un suelo. Posiblemente cada una de las concepciones propuestas ofrece una visión sesgada, pero importante de lo que es el ente que nos preocupa. Si bien ninguna es completa, todas ellas, juntas y sinérgicamente nos acercan a tal «incompleción» (es pertinente aquí recordar el Teorema de Gödel). Nadie puede ni podrá ofrecer una definición del suelo definitiva, por cuanto la verdad científica es por definición provisonal. Permítanme pues que comente algunos aspectos sobre el significado de «mantra» en la tradición hindú. Lo que a continuación expongo procede de ciertas lecturas, así como de fragmentos extraídos de la Web.

 

Para la tradición hindú, las cosas no existen sino en la medida en que son nombradas, podremos concluir entonces que toda la proposición es un utensilio, un instrumento y un medio de creación.

 

 El hinduismo, y el budismo, afirman que el MANTRA es un instrumento del pensar, existe, puesto que la intención y la visión mental del gesto a realizar precede a la acción, «la palabra», en cuanto realización concreta de la intención.

 

Debemos tener cuidado y no confundir el pensamiento hindú con un verbalismo, cuando se dice «aquí hay una vaca», no se está creando un «animal» que antes no existía en todas sus partes, pero si estoy transformando para mi eventualmente y para mis oyentes una masa coloreada cuya imagen se ha descrito en mi retina, en un objeto familiar, para ello ha sido necesario un aprendizaje, si no me hubieran transmitido el nombre de este animal tendría que permanecer ante el con la «boca cerrada», de forma que literalmente el no existiera para mi. Por el contrario, el hecho de conocer los nombres me otorga un poder sobre ella (la palabra), sabré entonces la aptitud que debo adoptar ante ella y lo que ellas valen para mí.

 

El MANTRA, es al mismo tiempo un utensilio mental y un instrumento para perfeccionar el pensamiento, la raíz verbal «MAN», «pensar» constituye la base del sustantivo, MANTRA, e implica una actividad típica de los humanos, MANUSHYA, ya que solo esto y los dioses tienen acceso a la «palabra».

 

Conviene indicar ahora que la palabra MANTRA, se utiliza ante todo para designar las formulas en verso y en prosa que se pronuncian durante las ceremonias litúrgicas (.) A continuación se muestra una plegaria. Considerarlo, como un mero conocimiento cultural.

 

TAT SAVITUR VARENYAM

BHARGO DEVASYA DHIMAHI

DHIYO YO NASH PRACHODAYAT

 

 Que se puede traducir aproximadamente como: «Que la luz anhelada del dios incitador nos permita llegar a tener revelación que pueda estimular nuestros pensamientos».

 

He aquí por tanto mi definición mántrica de suelo:

 

Un suelo, es un  suelo, es un suelo, es un suelo: todos y cada uno de los modelos «correctamente científicos» anteriormente mencionados y la sinergia entre ellos.

 

Cierto es que, estoy convencido que en el caso de que hubiera conocido mejor los escritos de los místicos castellanos (San Juan y Santa Teresa de la Cruz), encontraría pensamientos semejantes (¡nada nuevo hay bajo el sol). Pero como no es así, y en tono jocoso, me remito a parafrasear a Calderón de la Barca.

 

Que es un suelo

Una ilusión

 

Que es el suelo

Un frenesí (de conceptos claro está)

 

Porque un suelo es un suelo

Y los suelos sueños son. 

 

A todos aquellos edafólogos atormentados que no terminan de atesorar un concepto de suelo que les satisfaga, les recomiendo que al acostarse, antes de dormir, se imaginen visualmente su edafotaxa preferido y reciten «ad nausean» (al modo mántrico) mi «definición» recursiva de suelo. A lo mejor hasta se quedan dormidos. En cualquier caso, Todavía nos queda una concepción nueva del sistema edáfico que alimentará vuestro espíritu y calmarán su ansiedad (al menos por su jocosidad). Esta última es al menos tan científica como las aquí mostradas hasta día de hoy, y creo que ayudaran a entender mejor tanto el concepto, como el problema que intentamos abordar. Como mínimo este último os harán reír y relativizar la aparente gravedad del nudo gordiano que algunos ven a la hora de definir un suelo. 

 

Pido disculpas por mi pobre interpretación, así para todos aquellos que no entiendan mi intención.

 

Que la fuerza os acompañe

 

Juanjo Ibáñez (en estado de trance hollywoodiense)

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