Diversidades Taxonómica, Sistemática, Filogenética y las Islas de Hawai

Edafodiversidad y Biodiversidad 19: Diversidades Taxonómica, Sistemática y Filogenética

Toda la discusión precedente se ha circunscrito a lo que podríamos denominar diversidad taxonómica, la más utilizada, independientemente del tipo de objeto analizado (organismos, edafotaxa, tipos litológicos, etc.). Sin embargo resulta obvio, aunque no trivial, reconocer que no todos los taxa poseen el mismo valor, ni en los estudios de biodiversidad, ni en los de biología de la conservación. Por ejemplo, no debería asignarse la misma diversidad a 10 especies del mismo género que a 10 pertenecientes a 10 géneros diferentes y lo mismo es cierto para los edafotaxa. Sin embargo dar distinto peso o valor a distintos taxa es una tarea repleta de escollos.

Tal aproximación podría ser mejorada si se conociera la distancia o disimilaridad taxonómica entre los objetos estudiados o, lo que es lo mismo, la diversidad sistemática y la diversidad filogenética. Para profundizar en este último tema recomendamos la monografía editada por Hawksworth en 1995 («Biodiversity: Measurement and Stimation«; Chapman & Hall). De hecho, la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza, junto a otras instituciones (IUCN et al. 1980), reconoce la necesidad de tener en cuenta el rango taxonómico a la hora de estimar la diversidad, ya que de otro modo se soslayarían las diferencias de diversidad genética y, en consecuencia, la posible pérdida de caracteres en las extinciones. No es lo mismo la extinción de una especie de una familia pluriespecífica que la de otra monoespecífica. Vane-Wright y colaboradores, en 1991, fueron los primeros en proponer un índice para estimar la diversidad inter-taxa, que incluía tanto su rango taxonómico como la riqueza de especies. Desde entonces, tanto este concepto, como las herramientas para su estimación han ido refinándose.

 

Para algunos expertos en biodiversidad es factible asumir que la «moneda» de la diversidad son los caracteres (p. ej. en términos edafológicos estos podrían ser las propiedades y horizontes denominados de diagnóstico) y que los modelos de distribución de dichos caracteres entre organismos son esenciales para estimarla. La estimación de la diversidad de caracteres puede ser calculada haciendo uso de indicadores, tales como los taxones o subrogados de estos (en el ámbito de la edafología estos indicadores subrogados o indirectos podrían ser los propios factores formadores). Este administrador en colaboración con William Effland (USDA) y Antonio Rodríguez  (Universidad de la Laguna, Canarias) han utilizado esta aproximación en  los ensamblajes de edafotaxa en las en Archipiélago Hawaiano, encontrando resultados sumamente interesantes en el campo de la edafodiversidad, como veremos al final de esta contribución.

 

Asimismo, para diversos recursos naturales (p. ej. suelos, modelado terrestre, clima), la aproximación taxonómica podría sustituirse por otra que entendiera los recursos como una colección de atributos (caracteres) que varían en un continuo espacio-temporal, y no como entidades compuestas de taxa discretos. También el mundo vivo puede considerarse como un continuum cuando contemplamos la filogenia en su conjunto. Desde esta perspectiva, en edafología y ciencias afines puede hacerse uso de las técnicas geoestadísticas, tales como los variogramas de atributos concretos, como una medida de distancia. Este modo de proceder permite el cálculo de las varianzas de los distintos atributos de un área determinada. Cuando se necesitan considerar varios atributos conjuntamente puede elaborarse un variograma de su combinación lineal.  Más aún, como en el caso de la varianza, el gradiente de la relación logaritmo-lineal puede ser útil para estimar la diversidad en diferentes localizaciones.

 

Sin embargo este administrador alberga ciertas reticencias a cerca de la validez de estas aproximaciones. No cabe duda de que desde un punto de vista formal parecen correctas. Sin embargo, las taxonomías numéricas no dieron los frutos esperados en el ámbito de la biología siendo aún más dudosas en él de la edafología. El problema estriba en que, mientras los expertos en biodiversidad suelen hacer uso de esta técnica al analizar un grupo taxonómico concreto, en edafología se trabaja con todos los edafotaxa de un área simultáneamente (el universo completo de los suelos). Estos suelen poseer caracteres muy dispares (imaginemos que atributos debemos escoger para comparar, por ejemplo, una turbera y un suelo salino), por lo que son identificados y clasificados mediante criterios distintos, analizando variables diferentes. En estos casos hacer uso de las taxonomías numéricas es harto difícil. ¿Se imaginan como abordar una taxonomía numérica de aves y colémbolos del suelo? ¿Qué caracteres fenotípicos tienen en común?  Personalmente, prefiero hacer uso de las clasificaciones universales, por cuanto los resultados son entendidos por todos los especialistas, sin tener que hacer uso de complejas técnicas que tan solo unos pocos manejan. En caso contrario se llegaría a una especie de imperialismo matemático, que no creo que sea deseable (al final siempre figuraría un matemático a la cabeza, en la mayoría de los «papers», que es lo que ellos pretenden, no lo duden). Más aún, diferentes expertos suelen proponer distintos algoritmos matemáticos y pueden hacer uso de diferentes variables, por lo que los resultados obtenidos por unos y por otros no son equiparables. De este modo el caos y la confusión reemplazan a la racionalidad científica. Una taxonomía consensuada es un lenguaje universal, hoy por hoy las taxonomías numéricas no lo son.

 

Como mentamos previamente, en el archihelado hawaiano analizamos la edafodiversidad  de las diferentes islas haciendo uso de todos los niveles jerárquicos de la taxonomía americana (de órdenes a series). Los resultados obtenidos mostraron que el ordenamiento por diversidades variaba notablemente, según aquellos. Así, mientras a nivel de orden (rango jerárquico superior) las islas más antiguas atesoraban mayor diversidad, a nivel de familia y serie (rangos inferiores), la isla más reciente (Hawai) era la más rica en taxa. Obviamente, dos órdenes distintos poseen una mayor disparidad de caracteres que dos series. En otras palabras, los contrastes taxonómicos son mayores en los primeros que en los segundos, por lo que son mucho más importantes a la hora de preservar la diversidad. Mientras la edad de las islas dictaba la diversidad en las jerarquías superiores de la taxonomía, el área era mucho más relevante en los inferiores. Finalmente pudimos concluir que la utilización de familias y series, a la hora de estimar la edafodiversidad  no era recomendable por cuanto su comportamiento se parecía más al de razas geográficas que al de taxones propiamente dichos. Me preocupa que en los trabajos llevados a cabo en USA, se suela preferir hacer uso de las series que de otros niveles jerárquicos de la Taxonomía Americana.  

 

Juan José Ibáñez      

Compartir:

Un comentario

  1. Podrian enviarme los indices mas utilizados para medir la diversidad taxonomica; muchas gracias por su tiempo y les envio un cordial saludo.

    Emelio

Deja un comentario