Edafodiversidad y Biodiversidad 13: Diversidades beta, gamma, y más

Edafodiversidad y Biodiversidad 13: Diversidadesa, b y l y

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En función de la escala utilizada es posible distinguir entre varios tipos de diversidad. De acuerdo al afamado ecólogo Whittaker, pueden distinguirse cuatro tipos distintos: (i) diversidad puntual o (que correspondería a la parcela de muestreo representativa de una comunidad o habitat y edafológicamente a un polipedión), (ii) diversidad b (p ej. biocenosis, asociaciones de suelos o geoformas), (iii) diversidad (ecosistemas y asociaciones de suelos en un paisaje), (iv) diversidad (diversidades de tipo regional), La diversidad de tipo correspondería pues a la interacción de las diversidades precedentes. Nosotros hemos añadido una adicional (v) que es la diversidad de biomas-edafomas. Debe tenerse en cuanta que, en la época en la que el mentado autor realizó esta propuesta, los estudios y problemas de degradación a escala planetaria no habían sido contemplados.

En la bibliografía ecológica se denomina diversidad b a cualquier algoritmo que sirva para estimar la distancia o su opuesto, la similitud, entre dos entidades espaciales cualesquiera (paisajes de suelos, biocenosis etc.) en función de los objetos que las integran (especies biológicas, edafotaxa) (ver el gráfico 14 de la galería de edafodiversidad). Con tal motivo se ha propuesto una gran cantidad de algoritmos distintos, siguiendo el tema de las modas que ya tratamos con los índices de diversidad (¡más madera!; ¿más mediocridad!). Sin embargo, cuando se habla de biodiversidad no suele tenerse en cuenta la diversidad b. Además, hay que mencionar que algunos autores restringen el concepto de diversidad b a una medida de la tasa y extensión de los cambios en la composición de especies que ocurren a lo largo de un gradiente, al pasar de unos hábitats a otros (es decir contemplando la vegetación como un continuo en lugar que como entidades discretas).

 

Existen relaciones implícitas entre estos estudios y los análisis de variabilidad espacial mediante técnicas geoestadísticas. Así, por ejemplo, suele ser muy frecuente que la varianza incremente con el logaritmo de la distancia. Ciertos trabajos parecen demostrar que un aumento del área muestral va acompañado de un cambio en los modelos de distribución, de tal modo que incrementan su equitabilidad (p. ej. de las series geométricas y logarítmicas suelen cambiar a lognormales o distribuciones de palo quebrado, como ya vimos en contribuciones precedentes). Esto parece ser cierto tanto para la biodiversidad, como para ciertas estructuras abióticas (edafodiversidad), como hemos podido comprobar nosotros en diversos estudios. Como ya comentamos anteriormente, los estudios sobre la diversidad de las estructuras abióticas del paisaje (que denominaremos geodiversidad) apenas se han abordado. ¿Existen elementos comunes entre biodiversidad y geodiversidad? Pues, una vez más ¡va a ser que sí!.

 

Cuando hablamos de diversidad regional y de edafomas, los edafólogos tenemos ventaja sobre los ecólogos. ¿Por qué? Simplemente debido a que no existen inventarios rigurosos de la biodiversidad a escala regional y menos aún a escala global. Por el contrario, el monumental inventario y cartografía que realizó la FAO (ver contribución dedicada al FAO Portal) a nivel planetario, permite comparar este tipo de edafodiversidades a gran escala, como ya hicimos en nuestro trabajo de Geoderma de 1998).  Se trata de un trabajo pionero hecho por españoles para el conjunto del planeta. Actualmente acabamos de realizar dos semejantes de mayor detalle y precisión.

 

En colaboración con Freddy Nachtergaele, de la FAO, hemos regionalizado los suelos del mundo detectando unas 34 unidades mediante métodos multivariantes. Del mismo modo hemos cotejado para el continente Europeo, al indagar sobre las relaciones entre biomas y edafomas, llegando a la conclusión que los biomas también quedan perfectamente caracterizadas por sus asociaciones de suelos, con una salvedad. Si nos atenemos a los criterios de Polunin y Walters, no encontramos problema alguno. Ahora bien, si hacemos uso de los criterios y el mapa oficial de la Agencia Europea de Medio Ambiente (EEA), la bioregión del Mar Negro no puede discriminarse. Sospechamos, por las consultas bibliográficas realizadas, que tal unidad sea en parte bastante artificial, ya que en otros textos no encontramos referencia alguna de la misma. Cabe señalar que esta bioregión, tal como la cartografía la EEA, posee una extensión inferior a la de las islas Canarias. Los botánicos que han trabajado en la elaboraron del catálogo Habitat 2000, saben perfectamente que muchos criterios extra-científicos terminaron primando frecuentemente sobre los científicos. En este sentido los nacionalismos resultan ser un obstáculo a la hora de obtener buenos productos. Una vez más los problemas de la ciencia por consenso acentuados por las perversiones políticas.

 

En cualquier caso, debido a que nuestros análisis están en fase de redacción con vistas a ser publicados, mostraremos tan solo los obtenidos en el año de 1998. En los Gráficos 15 y 16 de la galería de edafodiversidad, se presentan los esplendidos gradientes latitudinales planetarios obtenidos mediante dos procedimientos multivariantes diferentes. Estos por la cantidad de información edafológica utilizada, serían envidia de cualquier experto en biodiversidad. 

 

Juan José Ibáñez ufano de su contribución científica

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