Suelos, Cambio Climático y Permafrost

Suelos, cambio climático y permafrost

Suele argumentarse que, una de las razones de la crisis de la edafología es su incapacidad para ofrecer a la sociedad los productos que actualmente demanda. Hay una buena parte de razón en esta valoración. Sin embargo, ¿de quién es la responsabilidad de que este hecho esté ocurriendo en la actualidad? No podemos negar que los edafólogos tengan «parte» de culpa. Sin embargo, lo que no se puede solicitar «a bote pronto»es una información que no fue demanda en épocas pretéritas y no comenzar a enmendar el problema. Y menos aún se le puede exigir a una comunidad científica poco valorada y con una masa crítica en alarmante descenso (por el propio desprecio de los responsables de la política científica actual) que afronte los problemas sin recursos humanos y materiales. El problema del cambio climático, el deshielo del permafrost y las consecuencias que puede acarrear podría ser mejor estimado si los edafólogos tuvieran los necesarios medios para realizar sus inventarios con una nueva generación de bases de datos, como seguidamente expondremos.

El día 9 de enero de 2006, en el Boletín de Noticias I + D + I de la CAM, Marta Morales señala:

De ahora a 2050, la mitad del subsuelo helado del hemisferio norte de nuestro planeta podría desaparecer y, para 2100, hasta un 90% de la superficie actual, señala un estudio realizado por medio de complejas simulaciones en el National Center for Atmospheric Research (NCAR) estadounidense. Las consecuencias de la desaparición progresiva de dicho subsuelo o permafrost sería la alteración irreversible de ecosistemas y las infraestructuras de países como Canadá, Alaska y Rusia.

 
El derretimiento del permafrost supondría un enorme desastre, ya que sobre él se han construido ciudades enteras que podrían perder su cimentación natural. Hasta el momento, el permafrost ha permanecido helado durante el deshielo estival, porque siempre ha conservado temperaturas medias menores a cero grados. En algunas regiones esta capa de hielo puede medir hasta 400 metros, como en Siberia, donde el hielo profundo data de las glaciaciones del cuaternario (.)

Como ya hemos mentado en otras ocasiones, las taxonomías de suelos solo analizan y clasifican uno (FAO) o dos (USDA Soil Taxonomy) metros de edafosfera, a partir de la superficie del suelo. Cuando aparece una capa permanentemente helada la FAO habla de Criosuelos y la taxonomía americana de Gelisuelos (en.wikipedia.org/wiki/Gelisols).

Se trata de edafotaxa que muy a menudo poseen morfologías bellísimas, tanto en profundidad como en su superficie, como consecuencia de los procesos de crioturbación generados por el deshielo estacional. En profundidad se produce una especie de convección que tiende a homogeneizar el perfil. En superficie aparecen geometrías hexagonales y de otra índole como consecuencia de tal movimiento vertical de materiales.  La FAO, por ejemplo, los diagnostica con una serie de criterios que caracterizan a los denominados horizontes críicos (cryic horizon)

Recientemente, el European Soil Buro, el Servicio de Conservación de Suelos de Estados Unidos y la FAO. Han aunado esfuerzos y generado una base de datos georeferenciada de los suelos de las zonas circumpolares. La presencia y extensión de Criosuelos (o Geliduelos, como se prefiera) queda sí detalladamente inventariada y cartografiada a una escala más que suficiente para los estudios de cambio global y sustrato de los modelos de Circulación General de la Atmósfera-Océano. La monitorización de las propiedades de los Crisoluelos nos podría aportar información valiosa sobre las tasas de deshielo en superficie. Más aún cuando desaparecen los denominados materiales críicos o gélicos, estos edafotaxa se transforman en otros de naturaleza distinta. Así pues el inventario (primero) y la monitorización (después) tal como prevete abordar la futura Directiva Europea de Protección de Suelos, será de gran ayuda, pero quizás lleguemos tarde. La Agencia Europea de Medio Ambiente ya declaró, hace aproximadamente una década, que una de las políticas ambientales peor abordadas por los estados miembros de la UE es la protección de Suelos. ¿Quién tiene la responsabilidad?. Obviamente, los políticos, que no los científicos.

Sin embargo, la comunidad de edafólogos sigue sin abordar la empresa del estudio integrado del sistema suelo-regolito. Hemos reiterado en esta weblog que tal empresa es necesaria tanto desde el punto de vista científico como del derivada de las actuales demandas de la información edafológica.  Y es aquí en donde los edafólogos han pecado de falta de previsión, y aun lo siguen haciendo. La propia nueva versión de la WRB (FAO) ignora palmariamente este hecho. 

El sesgo agronómico de la edafología sigue pesando sobre sus practicantes, que siguen sin abordar los temas ambientales con el rigor necesario. Sin embargo nuestros avispados gestores de la política científica de la UE, ni dieron la voz de alarma, ni han contemplado demandas como esta en los borradores de la Directiva mentada. ¡Así nos va!

No dudo de que las capas de permafrost profundo (regolito y sedimentos) no pudieran ser detectadas a partir de ciertas decenas de metros profundidad. Sin embargo, de haber tenido a nuestra disposición tales inventarios, la voz de alarma habría sonado hace décadas y nuestras valoraciones actuales serían  mucho más fiables.

Los Modelos Generales de Circulación podrían en estos momentos de disponer de una valiosísima información, sin tener que hacer uso de cuantificaciones indirectas de mucha menor precisión ¿Unos por los otros y la casa sin barrer! ¿Quién le pondrá el cascabel al gato?

Juanjo Ibáñez y su permanente enfado con los gestores de la política científica europea.