Por Javier Segura del Pozo

Médico salubrista

 

 

La Salud Pública como Biopoder [Ver “Salud Pública y Biopolítica (I): Introducción»] tiene varias raíces y formas históricas. Una de ellas es el Higienismo. Otra es la Medicina Social, que se desarrollo durante los siglos XIX y primera mitad del XX, de forma no siempre claramente discriminada del paradigma del Higienismo. Hoy le dedicaremos unas líneas a éste, que probablemente sea la base conceptual y la tradición en la que beben las visiones más individualistas, paternalistas y asociales de la actual promoción de la salud y la educación sanitaria

 

 

Uno de los primeros dispensarios de higiene maternal e infantil a finales del siglo XIX, fue “l’Ouevre de la goutte de lait” consulta del doctor Varlot en el dispensario de Belleville, Paris. Los dispensarios “Goutte de lait” (gota de leche) de Léon Dufour o las “Consultations de nourrissons” (centros de consultas para lactantes) de Pierre Budin, eran programas que ofrecían un modo científico y convincente para criar niños saludables que luego se convertirían en obreros productivos y robustos soldados.

Fuente: OMS. http://www.who.int/whr/2005/chapter1/es/index2.html

 

Ayuda al niño. Los trastornos alimenticios de los niños producen más víctimas que la guerra.¡Llevádlos a los Servicios de Higiene Infantil! Autor: Babiano Firma: Ministerio de Instrucción Pública y Sanidad – Higiene Infantil 1937

Para bucear en esta genealogía, nos ayudaremos, entre otros, de la valiosa aportación que el profesor  Francisco Vázquez García, catedrático de Filosofía de la Universidad de Cádiz nos hace en sus dos artículos “Nacimiento de la Biopolítica en España”[1], a los que podéis acceder en las direcciones de Internet que os señalamos al final. Éste material, junto con otro, también lo podéis encontrar, según me ha dicho, en su libro de próxima aparición (el mes que viene, enero de 2009): «La Invención del racismo. Nacimiento de la Biopolítica en España 1600-1940″, Madrid 2009, Akal.

 

 

Juan Manuel Blanes. Un episodio de la fiebre amarilla en Buenos Aires, 1871. Lienzo en oleo del Museo Nacional de Artes Visuales de Montevideo.

 

 

Higienismo y Pauperismo  

 

La higiene se desarrolla en nuestro país, al igual que en nuestro entorno europeo, fuertemente asociado a la reflexión sobre el pauperismo. Éste se podría definir cómo la naturalización y moralización del fenómeno de la pobreza. Por una parte se entiende que la pobreza es un fenómeno económico, al ser un efecto inevitable del libre mercado y de la libertad de propiedad. Pero por otra parte, la pobreza tendría una dimensión moral, condensada en el pauperismo, por el que se quiere nombrar al proceso de degradación moral del pobre, que puede “contagiar” a la sociedad donde está inscrito, por los efectos que produce al interno y al externos de los grupos empobrecidos: enfermedad, suicidio, mendicidad, prostitución, alcoholismo, delito y crimen. Según Francisco Vázquez:

 

“Si éste (el pauperismo) constituye un problema moral más que propiamente económico, lo que importa es una estrategia de moralización de la clases populares. La imprevisión, la ignorancia, la promiscuidad, la falta de atención a la salud y al cuidado de la progenie pasan por inculcar hábitos de autodisciplina, de prudencia laboriosidad y templanza.”

 

Imbuido en esta idea se ponen en marcha dispositivos como las sociedades de ayuda mutua, los montepíos, las cajas de previsión y de ahorros, las viviendas obreras, las escuelas dominicales, como maquinas de moralización. A la vez, se rechazan las asociaciones de trabajadores con objetivos de reivindicación política, descubriendo su papel de economía social amortiguadora de la lucha de clases.

 

Grabado que representa el sistema de 
asistencia social a los pobres («outdoor relief») 
en la Inglaterra del XIX

 

La higiene y las intervenciones frente a las grandes crisis epidémicas (cólera, fiebre tifoidea) permiten extender el poder médico, al convertirse en un agente de la moralización de los pobres y del saneamiento urbano favorecedor de la actividad económica. Si embargo, las principales intervenciones de higiene no serian ejercidas directamente desde el Estado Central, sino desde instancias periféricas o casi exteriores al mismo, como son los ayuntamientos. Así tenemos que buscar el origen de la higiene en la Sanidad municipal a la que se encarga “la Beneficencia”, de las que hablaremos en otras entregas de esta serie.

 

Foto de la izquierda: Calles de Nueva York. 1892. Jacob Augustus Riis, fotografo y autor de “Cómo vive la otra mitad «(1890), un libro pionero en el género del reportaje gráfico y responsable de importantes cambios en el urbanismo de Nueva York. Publicó a continuación «Children of the Poor» (1892). Fuente: http://photophinis.blogcindario.com

Foto de la derecha: Enfermeras visitadoras de Boston. 1910. Historia de la Enfermería. V III. M.E. Donahue. Doyma

 

Higienismo, moral y reglas de comportamiento


Como dice, Rafael Alcaide González, geógrafo de la Universidad de Barcelona, en su artículo La introducción y el desarrollo del Higienismo en España durante el siglo XIX”[2]:

 

 “La doctrina higiénica fue más allá de las consideraciones propiamente médicas (…), estableciendo un conjunto de reglas de comportamiento, extensivas a todos los ámbitos de la existencia humana, que estaban absolutamente impregnadas de una componente moral y ética heredera del optimismo ilustrado y orientadas a la búsqueda de unos comportamientos perfeccionistas que en las capas de la población más desfavorecidas, desaparecían acuciadas por la necesidad y el hambre. Se hace necesario recordar aquí que Monlau desarrolló su denuncia de las condiciones de vida de las clases más desfavorecidas desde un púlpito burgués y, como cita López Piñero, «los proletarios españoles tienen en Monlau un enérgico testigo de su situación, pero en modo alguno alguien que se sienta partícipe de su destino”.

 

Entre las figuras relevantes del Higienismo español de mediados del XIX podemos mencionar a los doctores Ignacio María Ruíz de Luzuriaga,  Mateo Seoane Sobral, Pedro Felipe Monlau y Francisco Méndez Álvaro. Todos ellos mencionados en el interesante artículo de Rafael Alcaide.

 

 

 El Dr. Méndez Álvaro (1806-84), Fundador de la Sociedad Española de Higiene y del «Siglo Médico». Y su libro:

» Higiene Pública» de Méndez Álvaro. 1855. Imagenes del Museo Virtual de Sanidad. Instituto de Salud Carlos III.

 

Higiene Pública e Higiene Privada

 

Desde el principio la higiene tenia dos campos de acción, uno más privado e individual (La Higiene individual, la Higiene doméstica, La Higiene del matrimonio[3]), donde proporcionaba pautas de comportamiento para una vida sana (y que se correspondería con la actual preocupación de la Salud Pública por los “hábitos nocivos para la salud”, los “estilos de vida”, “la salud sexual y reproductiva” o la higiene de la vivienda); y otro más público o colectivo (La Higiene publica, la Higiene social, la Higiene industrial, la Higiene municipal), por el que aconsejaba al gobernante qué medidas legislativas debía tomarse, por ejemplo, para tener un medio urbano o laboral higiénico.  Éste último polo de la higiene, tendría su correspondencia actual en la Salud Ambiental, la Salud Laboral o la Higiene Alimentaria. Ambos polos, el privado-individual y el público, formaban parte del ámbito de la disciplina «Higiene Pública» (o su traducción del inglés: «Salud Pública»), pues, al fin y al cabo, hasta el ámbito privado (limpieza, sexualidad, familia, domicilio, maternidad, nutrición, ocio, moral, relaciones sociales, politicas, etc) se convertia en un terreno de «dominio público», en el sentido literal del termino «público»: estaba sometido a la mirada,  la escucha y la normativización (basado en argumentos biologicos) de aquella medicina, que era basicamente un instrumento de control de los poderes preocupados por «los efectos secundarios» de la industrialización. Es decir, aquella medicina que era un instrumento de la biopolítica. 

 

Sin embargo, como dice Rafael Alcaide:

 

“(…) la teoría higiénica – ante la puesta en práctica de todas las acciones que se podían derivar de ella – entra en conflicto no tan sólo con intereses públicos o privados, ya sean de índole comercial (mataderos, mercados, comercios en general), industrial (manufacturas, pequeños talleres, fábricas), eclesiástica (cementerios), militar (ejército, armada), intelectual (protomedicato, docencia en medicina y farmacia) o civil (propiedad privada y pública), entre muchos otros, sino que además contempla una serie de mejoras de tipo técnico (abastecimiento de aguas, alcantarillado, conformación de nuevo suelo urbano) con una premura que no siempre la Hacienda pública, ni el capital privado son capaces de afrontar”

 

Evita las enfermedades venéreas.              

“Prostitución. Registro general delas  prostitutas inscritas”.  Inspección  Municipal de Sanidad del pueblo de La Unión, Murcia. Contiene las historias clínicas de 129 prostitutas, datadas entre 1913 y 1930


Tan peligrosas como las balas enemigas.
Autor: Darío Carmona de la Puente
Firma
: Inspección General de Sanidad Militar
.

1937. Fuente: www.elcantodelbuho.org

 

Lo que debe ser y lo que es

Ello lleva a la necesidad de distinguir entre “lo que debe ser” y «lo que es”, es decir, lo que marca la Autoridad pública. Alcaide cita este texto del higienista español Monlau[4], que no tiene desperdicio y que pone en su sitio a cualquier higienista que trabaje en la Administración Pública, además de abocarlo frecuentemente a no salirse del menos conflictivo campo de la Higiene privada o doméstica:

La Higiene pública dice lo que debe ser, y la Legislación dice lo que es. La ciencia higiénica propone las medidas y disposiciones que deberían estar en vigor, y la legislación sanitaria resuelve y manda lo vigente. No siempre andan acordes las disposiciones que científicamente deberían recibir la sanción oficial, con las que de hecho y de derecho la han recibido del Gobierno; y de ahí la necesidad de que el higienista sepa no solamente lo que debe ser, para dar oportunos consejos a la Autoridad pública, sino también lo que es, a fin de obedecerlo y cumplimentarlo”.

……………………………………………………..

Si quereis profundizar en el conocimiento histórico sobre el modelo de pensamiento del higienismo en España, os recomiendo el estupendo repaso historico, lleno de referencias, que hace Angel Gonzalo de Pablo en su articulo de la Revista Dynamis (Revista de acceso abierto sobre Historia de la Medicina y las Ciencias, altamente recomendable):

GONZÁLEZ DE PABLO, A.: “Sobre la configuración del Modelo de Pensamiento de la Higiene Actual: el caso español”, Dynamis, 15 (1995), pp. 267-299

 

Dedicaremos el siguiente artículo de nuestra serie sobre «Salud Pública y Biopolítica» a hablar de la «Medicina Social, según Virchow».


[2] Rafael Alcaide González, “La introducción y el desarrollo del Higienismo en España durante el siglo XIX. Precursores, continuadores y marco legal de un proyecto científico y social”. Scripta Nova.  Revista Electrónica de Geografía y Ciencias Sociales.  Universidad de Barcelona [ISSN 1138-9788]  Nº 50, 15 de octubre de 1999.

http://www.ub.es/geocrit/sn-50.htm

 

[3] Pedro Felipe Monlau. “La Higiene en el matrimonio”. Garnier Hnos. Editorial 1879 (podéis haceros una idea de su contenido en : http://vengodelacalle.blogspot.com/2007/04/kamasutra-victoriano-ii.html )

[4] MONLAU, P. F. Elementos de higiene pública o arte de conservar la salud de los pueblos. Madrid: Imprenta y estereotipia de M. Rivadeneyra. 1862. 3 Tomos. 1.728 p. (p. 1.111). Citado en el articulo antes mencionado de Rafael Alcaide.

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