Epidemia de meningitis C en Madrid 1997 (1ª parte): cuando el Poder se destapa.

 
 

Estos meses se cumplen diez años de uno de los sucesos más significativos de las últimas décadas para la salud pública madrileña (y española). El día de San Valentín de 1997 el periódico Diario 16 destapaba la noticia de que Madrid estaba sufriendo una epidemia de meningitis C. Dos días después, la agencia EFE distribuía una impresionante foto de cientos de personas haciendo largas colas en el patio de O´Donell 52 (Consejeria de Sanidad de la Comunidad de Madrid), para comprar la vacuna que solo se podía conseguir en la oficina de medicamentos extranjeros acreditando situaciones especiales .

 

 Aparecieron nuevos argumentos para justificar la falta de una intervención poblacional (por ejemplo,  posibles efectos perjudiciales por el uso prematuro de la vacuna). Este discurso  institucional, que se mantiene contra  viento y marea hasta el verano, cambia radicalmente al pasar éste: «Estamos en una situación epidémica y la vacuna es un instrumento eficaz para controlarla». En el otoño de 1997, la Comunidad de Madrid lanza una campaña de vacunación masiva a los niños entre 2 y 19 años. Le siguieron despues casi todas las Comunidades Autónomas (CC.AA.). ¿Qué había cambiado en estos escasos meses?
 
 1. ¿Se vacunó por presión mediática? ¿No se vacunó antes por presiones políticas? ¿Porque la información epidemiológica no lo justificaba?¿Porque no había suficientes vacunas disponibles? ¿Se gestionó bien la crisis? 

  

2. ¿Los medios de comunicación alarmaron a la población o destaparon un problema? ¿Hubo medios serios y medios frívolos? ¿Cuál debió ser la mejor manera de tratar la información? ¿Responsabilidad o censura informativa?  

 

3. ¿»Epidemia del miedo» o «Epidemia oculta»? 

 

4. ¿Los pediatras se asustaron innecesariamente o percibieron una situación epidemiológica extraordinaria?  

 

5. ¿Los políticos madrileños no aguantaron el tirón y acabaron vacunando injustificadamente? ¿O, por el contrario, no tuvieron, al principio del año, la suficiente valentía para tomar una decisión autónoma y en defensa de la salud pública?  

 

6. ¿Los epidemiólogos dieron la talla? ¿Y sus jefes? ¿Ciertos vaivenes en las decisiones políticas de intervención y en los criterios técnicos aplicados a lo largo de la crisis estuvieron determinados por la incertidumbre de la información disponible y una situación epidemiológica cambiante? ¿O bien se explican porque los argumentos técnicos se «retorcieron» y se pusieron al servicio de  intereses políticos particulares? ¿Las sociedades científicas españolas estuvieron a la altura de las circunstancias?  

 

7. ¿Como influyo el “efecto dominó” entre CC.AA.? ¿Cómo influyó el contexto social, político y económico en las decisiones tomadas?  

 

8. ¿Qué instancia o nivel político hizo una evaluación estratégica de la situación (pros y contras) y tomó la decisión de intervenir o no y cuando? ¿Lo hizo el poder «de derecho» libremente o determinado por ciertos «poderes fácticos»?¿A quien hizo participes de la decisión y sus razones? ¿Qué papel jugaron las comisiones técnicas formadas «ad hoc»? ¿En situaciones similares, hasta donde debe llegar la transparencia pública?¿Está la población «preparada» para compartir este análisis? ¿O por el contrario, es una decisión que debe tomar el nivel politico por su cuenta, y dejar que la población la juzgue posteriormente…? ¿…por sus consecuencias? ¿Tendrá la población, en este caso,  suficiente información para este juicio? 

 

Iniciamos en este blogg una serie de textos que aparecerán a lo largo de los siguientes meses para intentar aportar elementos para contestar algunas de estas preguntas

 

 

  

  

El Poder se destapa en las crisis
 
 

 

El Poder (con mayúscula) es un concepto abstracto que ha servido para explicar y comprender muchos elementos y vivencias de nuestra realidad cotidiana. Desde lo mas “macro”, como los hechos políticos, las formas de organización de la sociedad, las guerras, la concentración de riquezas, etc., hasta lo mas “micro”, como son las relaciones personales, familiares, el ansia de dominación o de dependencia.

 

A veces el poder tiene caras y nombres, pero generalmente circula de forma anónima o pasando de un personaje a otro. El Poder en nuestra sociedad actual para subsistir y medrar tiene que ser discreto, esconderse, pretender que se somete a reglas, pasar desapercibido. Tiene que dejar a la población con la sensación tranquilizante de que es controlado, esta dominado, al servicio de la mayoría.

 

 

 

  

Estas dinámicas están siempre presentes en el cotidiano institucional, pero a una intensidad suficientemente baja para que no sean evidentes para “el gran publico”. Sin embargo, hay un momento en que la confluencia de diferentes factores, generan UNA CRISIS y las contradicciones son mas fácilmente apreciables. Los síntomas son más explícitos para la población, quienes con el uso del sentido común pueden incluso poner en evidencia la inconsistencia del discurso justificativo del poder, aun cuando se intente disfrazar de argumentos técnico-crípticos.

 

Son momentos en que podemos aprender mucho de las dinámicas institucionales, pues el poder se ha destapado (a su pesar). Tenemos que darnos prisa para observar y sacar lecciones, pues poco después, el poder se recompondrá y echara su velo sobre sus vergüenzas. La población volverá a la tranquilidad, creyendo que controla el poder y que eso de “los poderes fácticos” es una invención absurda y paranoica de “progres trasnochados”.

   

 

  

 
 

Aprender de las crisis epidémicas

 

Las llamadas crisis sanitarias o epidémicas, también son situaciones en que si tenemos suficiente capacidad de análisis y acceso a la información, podemos aprender mucho de la dinámicas de nuestras instituciones y de los juegos de poderes presentes en ellas. En este caso, tendremos que pisar el territorio de las administraciones publicas, de las profesiones sanitarias, de la industria farmacéutica, aprender del papel de los medios de comunicación, de la relación entre “ lo técnico” y político” , entre “lo publico” y “lo privado”, del papel de las llamadas sociedades científicas, de los limites de la política de salud, de su conexión con las políticas económicas,

de la inmadurez de nuestro sistema de organización territorial, del peligro de la Razón de Estado, de cómo informa el poder, de lo que oculta, porqué lo oculta, de los argumentos que utiliza para ocultarlo, de las razones reales para ocultarlo, de la responsabilidad del médico clínico frente a los pacientes a los que atiende, de la responsabilidad del médico salubrista frente a la población a la que sirve, de los limites que le impone su relación funcionarial, de lo cómodo que pueden ser estos limites, del fácil paso de la independencia al servilismo, de la dificultad de gestionar las contradicciones al ejercer el poder. ¡Casi ná!

 

 

 

 

 

¡Craso error! A la institución, en este caso la Comnidad de Madrid (y en lo que nos toca, el sistema de salud publica) no se les prestigia y mejora con el silencio o con la ausencia de análisis. La confianza de la poblacion se gana con la transperencia y el debate abierto. No infantilizándola, sino tratandola como adulta, compartiendo dudas, pidiendo pareceres, confesando limites e impotencias, creando en comun criteros de buenas practicas.

 

El acercamiento a la historia de las crisis de salud publica, desde las diferentes perspectivas y puntos de vista, es un instrumento pedagogico de primer orden para ayudar a las nuevas generaciones de profesionales de salud pública y politicos de salud a tomar decisiones mas sabias en futuras crisis y no tropezar con las mismas piedras. Es imprescindible para transmitir la experiencia y los saberes basadas en la práctica….para evitar la repetición, es decir, la palabra maldita del funcionario: la burocracia.

 

¡Tengamos pues, por esta vez, mal gusto!

¡Seamos pues heterodoxos!

¡Por el bien de la Salud Pública!

 

(Enlace a la 2ª parte)

 

Javier Segura del Pozo

Médico salubrista

 

 

  Lo más impresionante era que en las colas se veian algunas batas blancas del personal sanitario que buscaba vacunas para sus hijos. A la vez,  eran cada vez mas frecuentes las dramáticas asambleas de padres en colegios donde iban apareciendo  casos de meningitis entre sus alumnos. Padres, reclamando angustiosamente información y exigiendo la vacunación de sus hijos a aturdidos salubristas que se aferraban al protocolo habitual y se enfrentaban esforzadamente al reto de estar a la altura de las circunstancias. De justificar socialmente su existencia profesional en un momento de máxima visibilidad de su practica.

  Las autoridades sanitarias (madrileñas y españolas) insistían en que no estábamos ante una epidemia, a pesar de que se corrían rumores de que algunos políticos del recientemente iniciado gobierno del presidente Aznar y tambien algunos médicos estaban vacunando a sus hijos. Pero la población ya no se fiaba de sus autoridades.

  

  Hay reglas explicitas sobre quienes deben ejercerlo y que informan sobre las Buenas Practicas del poder y. Sin embargo, la historia nos ha dado abundantes ejemplos de la existencia de los llamados “poderes fácticos” o “de hecho”. Son grupos, organizaciones o estructuras, que para mantener unos privilegios o defender unos intereses particulares, operan a la sombra de los “poderes de derecho” (las organizaciones o personas explícitamente legitimadas para ejercer el poder), influyendo o determinando sus decisiones.

 

Por otra parte, “los poderes de derecho” (personificado en una persona que ejerce un cargo  político de responsabilidad o en una organización de la administración con legitimidad para intervenir sobre la sociedad), aunque están sometidos a una reglas (que determinan la misión del poder, sus limites y la forma de ejercitarlo), también pueden estar sometidos a unas servidumbres no explicitas, que pueden entrar en conflicto con las reglas oficiales. Son las situaciones en las que el interés particular de las personas o los grupos que ejercen el poder (sean los poderes «de derecho» o los «fácticos») se antepone al interés general de la población que ha legitimado y sostenido ese poder (por ejemplo,  través del voto o de los impuestos). Son las situaciones en que se lesiona la ética pública, en las que hay distancia entre lo que se dice desde la institución y los que esta hace, en el que aparecen las contradicciones entre el pensamiento, el verbo y la acción institucionales. Son las situaciones en las que el Poder (con mayúsculas) se filtra y se retrata. 

    

  

 Los manuales técnicos insisten en que es importante evaluar la actuación frente a una crisis de salud pública. La gestión de una crisis de salud pública debe ser evaluada una vez superada. Lo que se aprende sirve para que la organización este mejor preparada frente a la siguiente crisis. Pero la realidad es que, en mi experiencia, las crisis de salud pública no son evaluadas. Una vez que pasan, se intenta olvidarlas lo más rápidamente posibles. Hay demasiadas heridas mal cicatrizadas y malas conciencias que deben ser calmadas. Es de mal gusto sacar el tema. La imagen intitucional podria salir lesionada.

 

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