La extraña y permanente turbidez del río Guadalquivir

Son ya ocho los meses en los que el río Guadalquivir presenta una turbidez extrañamente permanente. Desde las lluvias del invierno pasado el río presenta una turbidez, que si bien es normal en la época de lluvias, en esta ocasión ha permanecido hasta el estío. Las consecuencias económicas pueden sen importantes, tanto para el sector turístico, como para el agrícola y piscícola. Las razones de esta permanencia no parecen estar claras, mientras el silencio administrativo desespera a los afectados.

 

[Grupo de Ingeniería Química. Universidad de Alcalá]

El color amarronado del río Guadalquivir comienza a ser una fuente de preocupación e incertidumbre para todos los que de una u otra forma “viven” del río (desde hosteleros hasta agricultores) puesto que ya se cumplen ocho meses sin que desaparezca la turbidez. La mayoría de ellos critican la escasa y confusa información que aportan las administraciones públicas sobre este problema que se alarga en el tiempo y sin visos de solución.

 

Una primera apreciación atribuye el oscurecimiento del río a la presa de Alcalá del Río desde donde se realizó un fortísimo desembalse para aliviarla de agua. Esa enorme salida de agua originó el arrastre de más de cinco millones de toneladas de fango río abajo hasta el estuario del Guadalquivir.

 

Por otro lado los análisis realizados por la Consejería de Medio Ambiente descartan que las altas concentraciones de sólidos en suspensión en el río procedan de vertidos contaminantes, según los datos del Plan Policía de Aguas. Las muestras, que se tomaron en 14 puntos de control situados entre Alcalá del Río y Sanlúcar de Barrameda hasta el pasado mes de mayo, reflejan que «la composición de las capas superficial y profunda de los sedimentos no presenta grandes diferencias entre sí, aunque los niveles de metales en la capa más profunda (la más antigua) son algo más elevados».


La conclusión del trabajo, que no entra en el capítulo de la salinidad de las aguas, es que «las partículas en suspensión, que han dado a lugar a la capa más superficial de los sedimentos, no se deben a un aporte extraordinario de algún vertido contaminante». Asimismo, realiza un paralelismo entre la presencia de partículas en suspensión y las lluvias, que provocan la erosión de la cuenca. «En el río Guadalquivir se han producido grandes incrementos de los niveles de partículas en suspensión en periodos con elevadas precipitaciones atmosféricas», indica el estudio.


En el desglose correspondiente a 2007, se puede ver la evolución de los sólidos por el cauce trimestre a trimestre. Hasta el mes de diciembre, los parámetros se mantuvieron por debajo de los 250 miligramos por litro. A partir de ese momento, la concentración se multiplicó hasta llegar a los 15.200 miligramos por litro entre Puebla del Río y Lebrija.

Otro análisis de los arroceros indaga en la relación entre los desembalses y la salinidad del río. Sus datos constatan el incremento de la fuerza de las mareas, que disipan el efecto de la apertura de compuertas de la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir. A pesar de que entre abril y mayo pasaron más de 325 hectómetros cúbicos por la presa de Alcalá, más del doble de la cantidad desembalsada en 2007, la concentración de sal en el estuario se multiplicó por siete, hasta 2,78 gramos litro. A principios de junio, justo al inicio de la siembra, llegó hasta los 5 gramos, cuando el máximo que admite el arroz es de entre 0,6 y 1 gramo por litro.

 

El  fango «no contaminante» que se ha depositado en el cauce del Guadalquivir desde noviembre supera en más de diez veces la cantidad de lodos tóxicos que se vertieron al Guadiamar tras la rotura de la balsa de Aznalcóllar. Este fango, además, ha ido reduciendo al mismo tiempo el cauce del río, lo ha ido estrechando, lo que explicaría también el aumento de la velocidad del agua en coincidencia con las mareas, cuyo caudal, sin embargo, no ha disminuido.


El fango sigue ahí porque en estos años de sequía no ha habido una riada lo suficientemente fuerte para llevárselo. El lodo se ha liberado en el cauce alto del río es un hecho. Concretamente, de la presa de Alcalá del Río para arriba. Con el paso del tiempo se han incrementado las explotaciones agrícolas en sus márgenes y eso ha tenido que afectar, sin duda.

 

Por otro lado, hay tres empresas, básicamente, entre las dedicadas a la acuicultura, que se están viendo muy afectadas por la situación. Pistresa, Pimsa, y Acuinova, del grupo Pescanova. La turbidez está afectando a estas empresas de dos maneras. Primero, porque los tanques en los que decanta el agua que utilizan en sus granjas se han llenado de lodo hasta quedar inutilizados, y retirar el fango tiene un coste muy elevado. Pistresa calcula en 2 millones de euros el coste que tendría recuperar las dos lagunas de decantación que han quedado inutlizadas sólo en sus instalaciones.
Las empresas están preparadas para cerrar la entrada de agua del río un tiempo determinado, pues cada año tras las lluvias surge este problema. Pero no pueden estar así indefinidamente.

 

La otra forma en que está afectando la cantidad de sólidos en flotación en el agua a la acuicultura es, precisamente, a la calidad del agua. Los peces no se van a morir, pero tendrán mayor vulnerabilidad, no es igual que la turbidez haya cogido a falta de dos meses que en el inicio del crecimiento. La cosecha va a ser de peor calidad

 

También los lodos tienen efecto directamente sobre la actividad turística y de ocio. No sólo las playas de Sanlúcar de Barrameda, en la desembocadura del Guadalquivir, han mostrado buena parte del verano un aspecto bastante poco apetecible para los bañistas. En el puerto deportivo de Gelves, junto a Sevilla, se han extraído ya 30.000 metros cúbicos de fango acumulado en las instalaciones y que impedían el normal funcionamiento de las mismas, y ya se han decantado otros 30.000 metros cúbicos para proceder a su extracción.

 

Los arroceros están más preocupados por la salinidad que por la turbidez. Eso es así, relativamente porque los caños en la marisma se están llenando de tierra, lo que impide que el agua circule como debería. Pero sí, es cierto que la salinidad -que llega más y más lejos por el incremento de la fuerza del agua en marea alta- preocupa más a los arroceros.

 

 

 

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Un comentario

  1. Hay que entender bien el problema, para ser capaces de encontrar la solución.

    El Río Guadalquivir ya no es un Río, según la RAE, porque tiene su cauce totalmente cortado con más de 60 embalses, y sobre todo con la Presa de Alcalá del Río, el agua no fluirá y los últimos 80 kilómetros se salinizarán.

    La culpa no la tiene ni COSTAS ni el PUERTO DE SEVILLA

    Recomiendo estudiar lo que pasó con el CHAD y con el Mar de ARAL.

    Mirar esta Web:

    http://www.jaon.es/rioguadalquivir/guadalquivir.htm

    http://www.jaon.es

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