¿Qué es esto de la ciencia de la que hablábamos ayer? ¿No es hoy dominante en el mundo? ¿No la conoce y acepta  la mayoría de la humanidad?

 

 

Responderé a estas preguntas poco a poco.

 

¿Cómo miramos el mundo? Es evidente que podemos verlo al menos de dos maneras. En la primera, un día de playa, en el hemisferio norte,  con el mar hacia el sur, vemos salir el Sol a nuestra izquierda, remontar lentamente el cielo hasta el punto más alto de su carrera y bajar lentamente hasta nuestra derecha.  Podemos, perfectamente,  pensar que el Sol es una bola de fuego sobre una carroza tirada por los caballos Pyrois, Aeos, Aethon y Phlegon. ¿Por qué no? Podemos pensar que la enfermedad la causan pequeños demonios con voluntad y sentidos que se introducen en el cuerpo para fastidiarnos.

 

Los caballos del carruaje del Sol, sobre todo vistos desde el norte de Europa, se van cansando día a día, y el Sol, una vez pasado Junio, sube cada vez menos en el horizonte, hasta que casi llega a desaparecer. Pero si hacemos las libaciones y sacrificios correctos, el Sol se compadece de nosotros, los caballos recogen el alimento que les hemos dado y vuelven, el día 21 de Diciembre ( o el 25) a emprender su carrera hacia lo alto del cielo.

 

De la misma manera si conseguimos hablar con los espíritus del mal que se han introducido en nuestros cuerpos podemos curar nuestras enfermedades.

 

En esta primera forma de ver el mundo no hay lugar para la duda. Las cosas son como son y no pueden ser de otra manera.

 

Es una forma de ver el mundo que  no está mal, pero el problema es que no funciona. El Sol vuelve a subir en el cielo libemos o no, y aunque se rezó mucho en la Edad Media, los virus de la Peste Negra mataron a más de  media Europa.

 

Hay otra manera  de mirar el mundo, y es dudar. ¿Subirá el Sol en Navidad aunque no hagamos las libaciones correctas? Podemos al menos probar. ¿Nos curamos o nos morimos lo mismo aunque no recemos? Al menos podemos probar.

 

Toda la vida de Galileo fue el probar.  La ciencia es dudar y probar. La ciencia es no creer nada como seguro, es investigar una y otra vez. La realidad es como un cubo de 6 caras. La ciencia es dar vueltas alrededor del cubo y mirar el color de las 4 caras y luego levantar el cubo y mirar la de debajo, y subir  a una escalera y mirar la de encima.  La otra manera de mirar es afirmar que las seis caras del cubo son rojas, porque así lo es la que vemos.

 

Galileo cogió un telescopio y miró el cielo. Galileo dejó caer bolas de plomo y de madera y las vio llegar al suelo al mismo tiempo. Galileo imaginó que una piedra caía desde lo alto del mástil de un barco en movimiento, y la vio caer en el mismo lugar del puente en donde habría caído si el barco hubiese estado parado.

 

¿Hay espíritus en el interior de los enfermos o son animalillos a quienes se puede matar?  La ciencia nos dice que probemos. Rogar a los espíritus que salgan del cuerpo no funciona nunca. Introducir en el cuerpo de los enfermos venenos para esos animalillos funciona en un 90% de los casos. La prueba es clara y evidente. 

 

Parece que la ciencia funciona.

 

¿Se acepta la ciencia en el mundo de hoy?

 

Basta con abrir los oídos en los trenes, en los autobuses, en las cafeterías, incluso  si éstas lo son de las facultades de ciencias. Basta con abrir los periódicos y curiosear por sus páginas. Estos días tenemos ejemplos de ello. Cuando parece científico preparar los bosques limpiando la hojarasca para evitar los incendios, lo único que se les ocurre a los gestores públicos es combatir las llamas con agua y con palos. Cuando hay que predecir el crecimiento económico del próximo año se lee: “Creceremos el 3.2%”, sin la menor duda  ni el menor indicio de una posible equivocación. En Europa menos, pero en los EEUU se lee y escucha con mucha frecuencia que el mundo fue creado hace unos 4000 años, sin dejar resquicio para la duda.

 

Vivir con dudas es vivir. Es pasear por el monte y no saber si el agua del río cae por la cascada o no cae, si vamos a encontrar o no a un pájaro que solo viene una vez al año, si habrá,  en definitiva, o no habrá, algo tras la siguiente revuelta del camino.  La ciencia es la idea de la aventura, que murió en las ciudades medievales, europeas y orientales, cuando nadie quería más que la seguridad y lo ya conocido, cuando un emperador chino, habiendo enviado una flota de 1000 barcos hacia África, la hizo volver a medio camino pues pensó que no le interesaba lo desconocido. ¿Hay hoy todavía aventura, o lo que se quiere es la seguridad en el futuro?

 

Un día me acerqué a una constructora, una de las mayores empresas de España. Les ofrecí investigar como hacer casas mucho mejor construidas, más eficientes, más cómodas. La oferta era compleja y ambiciosa. La rechazaron. Lo que proponía no era seguro. Lo seguro era hacer las casas como siempre.

 

No hay ciencia ni siquiera entre los gestores de la ciencia en España. En una reciente convocatoria de proyectos de investigación de nuestro maravilloso Ministerio de Educación y Ciencia (¿?) me rechazaron un proyecto con el magnífico argumento de que ¡el resultado que proponía no estaba garantizado! El proyecto en sí no me interesaba mucho, pues lo que concede graciablemente el MEC son dos duros para un becario, pero me horrorizó el concepto de -ciencia- que permea ese ministerio de Ciencia.

 

No solo en España, pero también en España, existe todavía esa noción de seguridad, esa confianza inmutable en principios revelados, principios sobre los que no es posible preguntar al que los reveló, pero que se asumen como inconmovibles,  la noción de la fe inconquistable, de la seguridad inmutable, de los resultados garantizados. Un esquema aburrido hasta el infinito, comparado con el esquema científico en el cual todo es nuevo cada día.

 

La Iglesia condenó a Galileo, la Sinagoga de Amsterdam excomulgó a Spinoza, los burgueses puritanos de Salem mataron a 24 personas, no porque dijera que la Tierra se movía, no porque afirmase nada concreto, no por brujerías o no brujerías, sino, sencillamente, porque ellos y muchos más introdujeron la duda en el pensamiento humano. 

 

Ciencia y duda frente a  seguridad inmutable.

 

La dudosa y bella vida frente a la horrible muerte segura. 

 

 

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3 comentarios

  1. dr. Elvira, no olvide ud. que espania tuvo una dictadura

    eclesiastica de 40 anios, tiempo suficiente para que

    mafias o sectas integristas catolicas, si es que existe

    alguna de estas, se hiciesen con una buena

    parte del aparato del estado..

    estas hipoteticas mafias seguirian estando

    ahi controlando las palancas de la administracion..

    solo el desmantelamiento de estas mafias

    podria quizas dar otro valor a la ciencia en espania..

    uno podria preguntarse el porque el gran garzon

    no se atreve con estas mafias y solo se atreve

    con mafias menores…quizas es que en ese caso

    podria perder su puesto…en fin, cada uno no hace

    otra cosa mas que defender sus alubias.

  2. Holas, no-olvides:

    No, la mafia no estuvo 40 anyos, estuvo mas de 1000 anyos. La idea de que uno debe obedecer y creer lo que le dicen, de que no debe preguntar esta imbuida en los huesos de los españoles, a traves de los memes, (genes culturales) que se propagan sin problemas de generacion en generacion.

    Saludos cordiales.

  3. se esta refiriendo usted a los 2000 anios de corcho

    catolico que los espanioles tienen metidos por el culo

    y que hace que la cultura hispanica sea un subproducto

    incapaz de decir esta boca es mia?.

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