Sensaciones en el Parlamento Europeo

Cuando una persona visita el Parlamento Europeo, en su sede de Bruselas, lo primero que llama la atención es la escala de las instalaciones. El edificio principal de por sí es enorme, por no hablar de las proporciones interiores que dan la sensación de estar en un sitio “importante”, con un atrio central que asciende hasta los quince pisos de altura, y aún más si sumamos la bóveda de cañón acristalada que culmina el edificio. Recuerda la altura de las catedrales medievales centro europeas, en la búsqueda de una luz fría y escasa, la misma que ilumina, ya en el siglo XXI, a los representantes de los ciudadanos europeos en la inhóspita Flandes…

La segunda característica que llama la atención es la liviandad de las medidas de seguridad, quien suscribe entró con ordenador, móvil y multitud de elementos metálicos (monedas, bolígrafos…etc), y los arcos ni siquiera sonaron. Realmente sorprende, se podría imaginar en ese momento que en España vivimos demasiado pendientes de estas cosas, pero el pensamiento huye cuando se percibe que las circunstancias obligan.

 

En tercer lugar, la marea de gente que, como hormigas trabajadoras, recorren todos los espacios, sin detenerse a hablar unos con otros y pendientes de su actividad u obligación de ese momento. (Si sumamos el símil de las hormigas a las proporciones de edificio, el sentimiento de estar en un hormiguero es definitivo).

Esta última característica se hace incluso más acuciante cuando se acude al comedor o restaurante. Colas interminables de comensales hambrientos hacen turno a la espera de conseguir, primero la comida, luego pagar, para a continuación buscar un espacio libre dentro de las decenas de mesas alargadas disponibles. Aquí la sensación cambia sensiblemente a comedor cuartelario.

 

En cuarto lugar, el reconocimiento de lugar cuando se entra en la sala de plenos, después de haberla visto en la televisión multitud de veces. Esta no engaña, ni da la sensación de caja de cerillas que se siente al entrar en el Congreso de los Diputados de la Carrera de San Jerónimo.

Pero observando esta última instalación, llama la atención todo el espacio dedicado a las cabinas de los traductores, donde casi se puede contar una por país. Esta observación trae a la mente el gasto que la traducción de todo lo que se hace en la Unión Europea representa, lo que desde una lógica de cercanía al ciudadano se puede entender.

Pero no parece asimilable que la mayoría de los parlamentarios no se exprese más que en su legua vernácula, sin que tengan conocimiento alguno de cualquier otra lengua de las reconocidas en la UE, y que este hecho dispare la pertinente partida presupuestaria.

 

La quinta característica es la existencia de salas para fumadores, dos concretamente. Después de la caza de brujas sufrida en nuestro país, empieza a resultar chocante ver a gente fumando en sus centros de trabajo, aunque sea en los guetos al uso. Más chocante es que sea la única institución europea en la que se permite fumar en alguna de sus instalaciones, al menos de las localizadas en Bruselas. Al cuestionar sobre este hecho, no hay una respuesta unánime, pero coinciden las que achacan la situación al poder e influencia de los parlamentarios fumadores.

 

La sexta interrogante surge al ver la estación de tren sita en las instalaciones parlamentarias. La misma facilita la conexión directa con Estrasburgo, primera sede del Parlamento, y que trae a la mente la reflexión de que todo lo que hemos observado está duplicado a más de quinientos kilómetros de distancia, sin contar los servicios generales situados en Luxemburgo.

Cuando se abandona el edificio, la palabra que define la sensación final es ¿despilfarro?

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Un comentario

  1. Yo he estado varias veces en la sede de Bruselas del Parlamento Euopeo y he de decir que me ha encantado tu descripción! Personalmente, lo considero uno de los edificios más bonitos de Bruselas, y uno de los más representativos de la UE, ya que se trata de la Institución que representa a todos los ciudadanos europeos y el único cuyos miembros son elegidos por sufragio universal. Por otro lado, es cierto que más de una vez he pensado en el despilfarro de presupuesto europeo que supone el que el Parlamento siga manteniendo dos sedes, la de Bruselas y la de Estrasburgo, pudiendo centrarse en Bruselas y dedicar las instalaciones ya creadas en Francia para Agencias u otras oficinas. En fin, hay más de un Europarlamentario que opina de esta forma. Esperemos que en poco tiempo esto se resuelva.

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