Continúa en esta entrada la tercera parte del artículo de Mauricio Abdalla  titulado: ¿Es salvaje el capitalismo? (o ¿Por qué celebrar a Darwin) que empezaba aquí y continuaba en su segunda parte aquí…………

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……………………A partir de ahí, nuestras mentes fueron entrenadas a ver competición del león (predador) con las cebras o ñues (presas), pero sin fijarse en que ambos, predador y presa, conviven hace millones de años en un mismo espacio, en situación de equilibrio armónico, sin consecuencias ecológicas negativas. Aceptamos ideas como “egoismo” de los genes, sin preguntarnos como diablos tal sentimiento humano pueda ser propiedad de un pedazo de materia que ni siquiera está viva- los genes son apenas moléculas que sólo poseen función dentro de una célula y en interacción con otro centenares de moléculas.


De la misma forma, a pesar de ser prácticamente un consenso que el reparto de alimentos y la cooperación fueron factores indispensables para la evolución del Homo sapiens, todavía hay estudiosos serios que consideran a la cooperación entre humanos uno de “los mayores enigmas de la biología”, dado que fueron adoctrinados para buscar competición y egoísmo en todos los fenómenos naturales. No son raras las explicaciones de actos altruistas de animales sociales basadas en la relación costo-beneficio que convierte a la cooperación en una estrategia interesada para obtener ventajas individuales.

O sea, que lo que debería ser un dato empírico que reclama una interpretación teórica -a saber, la existencia de la cooperación a larga escala en la naturaleza- se convierte en un enigma porque contradice una doctrina pre-concebida.

En síntesis, la tan cacareada “ley de la selva” a la que comúnmente se nombra, no fue descubierta en la naturaleza, sino decretada por teóricos del capitalismo e impuesta en la naturaleza. No fue por casualidad el éxito editorial el libro de Darwin en la Inglaterra victoriana, hecho inédito hasta hoy cuando se trata de una publicación científica.

Como decía arriba, lo que las investigaciones recientes nos han llevado a descubrir en la naturaleza son leyes bien diferentes de las que rigen la dinámica de la sociedad capitalista. Mientras tanto explotan por doquier las celebraciones del nacimiento de un pensador que “revolucionó nuestra visión de la naturaleza. Pero: ¿Qué hay de revolucionario en Darwin? En primer lugar hay que recordar que el propio predominio del capitalismo fue el fruto de verdaderas revoluciones en Inglaterra y en Francia. La burguesía ya fue una clase revolucionaria bajo aspectos materiales y espirituales. En el siglo XIX, las ideas burguesas ya eran en ciertos aspectos, revolucionarias, principalmente en lo moral, una vez que disputaban la hegemonía al conservadurismo clerical. No es por azar que el término “liberal” se oponía a “conservador”. Y sin embargo vivimos en el siglo XXI, y no hay que argumentar mucho para afirmar que el término “liberal” adquiere hoy una connotación conservadora.

Si ser darwinista pudo un día ser considerado progresista, tenemos motivos de sobra para pensar que en los tiempos actuales, tal postura tiende más hacia el conservadurismo que hacia una actitud revolucionaria. Tanto bajo el punto de vista científico como social, el darwinismo da muestras de inadecuación al campo que pretende ser aplicado.

el término “liberal” adquiere hoy una connotación conservadora

En el primer aspecto, cito las palabras de la prestigiosa bióloga Lynn Margulis, para quien “En lugar de los formalismos idealizados de la “moderna síntesis” darvinista, los principios organizados para el entendimiento de la vida requieren un nuevo conocimiento de la química y del metabolismo. Descubrimientos en el funcionamiento interno de la célula aclaran el modo de evolución desde que Darwin y sus seguidores inmediatos escribieron su análisis interior. Los resultados de la nueva ciencia de laboratorio y de campo contradicen, ignoran o marginalizan el formalismo del neodarwinismo, excepto para variaciones dentro de poblaciones de mamíferos y otros organismos que se reproducen sexualmente” (Margulis y Sagan. Acquiring genomes: a theory of the origins of species. New York: Basic Books, 2002).

Otro biólogo, Máximo Sandín, afirma que “Mientras queen las universidades se enseña la evolución como el “cambio gradual en las frecuencias génicas”, en sus propios laboratorios se observa que los procesos implicados en la evolución morfológica nos dicen exactamente lo contrario” (Sandín, M. Pensando la evolución, pensando la vida. Murcia: Crimentales, 2007).

Bajo el aspecto social, es muy poco probable que una idea verdaderamente revolucionariatenga tanta relevancia en los medios de comunicación. Se trataría más bien de propaganda defendida por las mega-corporaciones editoriales y mediáticas. Parece más sensato suponer que la propaganda masiva del darwinismo responde a intereses de mantenimiento de la naturalización de las diferencias sociales y de las ideas sociales liberales. Además, la emergencia de una nueva metafísica social no sólo se hace urgente y necesaria sino que se configura ya de forma latente en las múltiples experiencias alternativas de organización social y en el clamor de los que ansían otro mundo posible. Para la formación de esta nueva racionalidad, urge desnaturalizar los elementos de la racionalidad burguesa, lo cual no es posible sin un abordaje crítico del darwinismo.

A la luz de la reflexión precedente, el capitalismo no es salvaje. Es, al contrario de lo que ocurre en la naturaleza, una violación de la regla básica del equilibrio, integración y cooperación vigente en el mundo actual. No es sorprendente que la manutención de dicho sistema nos esté conduciendo a la pena máxima aplicada a los que no siguen la verdadera ley de la selva: la extinción.

Considerando el hecho de que el evolucionismo y el naturalismo no son ni fueron nunca sinónimos de darwinismo (infelizmente no podré explorar ese aspecto aquí, pero sugiero la lectura de mi artículo La crisis latente del darwinismo, Asclepio. Ano LVIII, n.1. enero/junio, 2006), me atrevo a decir, a contramano de la mayoría, que no veo motivo para tanta celebración de un nacimiento. Preferiría celebrar el funeral de la teoría darvinista y el nacimiento de una nueva teoría de la evolución, estrictamente naturalista (no creacionista), verdaderamente científica y adecuada tanto a las investigaciones empíricas como a una nueva metafísica social.

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2 comentarios

  1. Cita: "el término “liberal” adquiere hoy una connotación conservadora"—-Respondo: pués es la ley del péndulo histórica en que ciertas opiniones mayoritarias vuelven al sitio que estaban en otra época antígua, pero no excluye que en una nueva época no se pueda repetir el ciclo (péndulo). De todas maneras el Evolucionismo es una opinión políticamente-correcta todavía, no ha llegado aún la hora en que los políticos para ganar votos puedan presumir de antidarwinistas.

  2. En el 200 aniversario del nacimiento de Darwin y en el aniversario 150 de la publicación del "Origen de las especies" hay que celebrar en el 2009 como el año en que se envió su teoría permanentemente a los museos.

    Por favor lea "Un evolucionista enojado" de Richard Dawkins y mi respuesta en tres partes en http://www.cicatrices.com.mx

    Félix Rocha Martínez, frocham@yahoo.com

    También hay muchos otros artículos en el mismo blog

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