La Química Orgánica y el despertar de un sueño

                                          

La química, hoy modelo de ciencia cartesiana, hunde sus raíces en las aguas turbulentas de la alquimia, de tal manera que algunos de sus personajes más destacados en el pasado comparten rasgos de su carácter y, tal vez, incluso sus fuentes de inspiración con sus enigmáticos antepasados medievales. Así, de Kekulé se dice que su hallazgo de la estructura cíclica del Benceno fue producto de una revelación en un sueño, pero que la clave de su éxito no estuvo precisamente en el sueño sino, más bien en su adecuada interpretación al despertar, momento al que se habría referido años después con esta frase:

Aprendamos a soñar, Caballeros, así podremos encontrar la verdad, pero guardémonos de publicar nuestros sueños hasta que hayan sido probados al despertar

La imagen de arriba representa a Berzelius, uno de los químicos de mayor relevancia en el siglo XIX, en su juventud, probablemente entre 1800 y 1810. Berzelius era vitalista, es decir defendía la tesis que propone que los seres vivos estaban formados por distinta materia que los inertes. Se nos cuenta que dicha tesis vitalista recibió su golpe mortal cuando en 1828, Friedrich Wöhler, que contaba entonces 28 años y trabajaba en la Escuela Politécnica de Berlín,  efectuó la síntesis de la urea a partir de sustancias carbonadas simples. El caso de Wholer es un ejemplo de intervención de la fortuna o como dicen los ingleses “serendipity” en la ciencia. Él pretendía formar cianato de amonio (un compuesto inorgánico) a partir de otros dos compuestos inorgánicos (cianato de plomo y amoníaco). Al hervir para cristalizar el producto, tuvo lugar una reacción química mediante la que obtuvo urea.

Según el vitalismo,  la Química Inorgánica pertenecía al laboratorio, en donde se podían sintetizar substancias, mientras que la  Química Orgánica  era más bien la propia de los seres vivos, cuyas sustancias sólo podían ser sintetizadas por sus organismos. En su proceso de síntesis de la urea, Wöhler había usado cianógeno y por eso Berzelius le contestó que no había refutación alguna del vitalismo en sus experimentos ya que había empleado de partida algunos compuestos orgánicos. Wohler en realidad realizó una transformación y no una auténtica síntesis, no obstante, sus resultados alentaron a los químicos de su época a intentar la síntesis de sustancias orgánicas. Precursores de su trabajo fueron el aislamiento de la urea por Hilaire Marin Rouelle en 1773, la determinación de su fórmula empírica por William Prout en 1818, su hallazgo en sangre por Jean-Louis Prévost y Jean Baptiste André Dumas en 1823. Todos estos trabajos forman parte del desarrollo paulatino de procedimientos para extraer, purificar e identificar compuestos naturales orgánicos (carbohidratos, lípidos, péptidos y, más recientemente, ADN).
La primera síntesis, en sentido estricto, de un compuesto orgánico se debe, en realidad, a Kolbe (1818-1884), discípulo de Wöhler que, en 1845, sintetizó el ácido acético. Por otra parte, Kolbe fue muy conservador y participó en un debate frente a Kekulé manteniendo una postura en contra del átomo de carbono tetraédrico. Marcellin Berthelot (1827-1907), científico y político francés sintetizó numerosos compuestos orgánicos (alcohol metílico, alcohol etílico, metano benceno y acetileno). Obtuvo acetileno a partir de carbono e hidrógeno, y halló pruebas de que los enlaces químicos presentes en los materiales biológicos podían ser reproducidos en el laboratorio.

 
La Química Orgánica surge así, como el Ave Fénix, de las cenizas del vitalismo. Si las sustancias que forman los seres vivos se pueden aislar, purificar e incluso sintetizar en el laboratorio, entonces no hay límites a la vista para la aproximación científica al análisis de la vida.

Algún tiempo después, las inquietudes que alimentaban el fuego del vitalismo se trasladarían a los átomos. Paradójicamente, mientras que los seres vivos parecen no tener secretos para la ciencia, es el mundo de la Física el que pronto comenzará a suministrar resultados inesperados incompatibles con el mecanicismo.

En 1835, Berzelius dio la primera definición de catálisis: La fuerza catalítica consiste esencialmente en el hecho de que las sustancias puedan desencadenar afinidades que están en estado latente , a una temperatura dada, y lo hacen no por su propia afinidad, sino por su sola presencia.


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3 comentarios

  1. bueno esto me paresio algo interesante y bueno pues sigan adelante y aber si sacn mas cosas sobre la quimica organica

  2. bueno grax!!! x facilitarme las cosas de mi trabajo de quimica bueno bye!!!! me diverti asi q chau!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!

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