El cuadro de Delacroix titulado «La libertad guiando al pueblo» representa la revolución de julio de 1830 en Paris,  llamada de las tres jornadas gloriosas.

Mil ochocientos treinta fue un año agitado en Paris por dicha revolución que cambio el asentamiento en el poder de los Borbones a la casa de Orleáns. Algunos meses antes, el 15 de febrero, con ocasión de una de las reuniones semanales de la Academia de Ciencias, dos jóvenes naturalistas, Meyranx y Laurencet presentaban una memoria describiendo cómo si a un vertebrado se le diesen las transformaciones necesarias (básicamente plegarlo sobre sí mismo), entonces sus órganos quedarían en posición semejante a los de la sepia, un molusco. Étienne Geoffroy Saint Hilaire defendió la posición de ambos jóvenes porque implicaba su idea; es decir, la existencia de un plan común entre vertebrados y moluscos, que podría muy bien extenderse a otros ejemplos a lo largo de la escala animal. Cuando se le encargó el presentar dicha memoria, encontró la ocasión propicia para defender, de paso, sus propias ideas acerca de la unidad del plan en animales, lo cual fue demasiado para el autoritario Cuvier.

El debate entre Geoffroy y Cuvier tuvo lugar a lo largo de varias sesiones de la Academia y se prolongó hasta que, en marzo de 1830, ambos decidieron exponer sus puntos de vista y conclusiones por escrito. Ahora bien, con los acontecimientos históricos sucede como con las obras de arte, que, con el tiempo se interpretan desde diferentes puntos de vista y así, por una parte son fuente de riqueza inesperada, pero por otra parte pueden ser objeto también de parcialidad, o sea que pueden ser utilizados para dar interpretaciones unilaterales, sesgadas o ligeramente tendenciosas.

En su libro “The art of Genes”, Enrico Coen dedica el capítulo 7 por completo al debate entre Geoffroy y Cuvier. El capítulo se titula “El esqueleto oculto” (The hidden squeleton) y, dentro de él, el apartado dedicado a Cuvier se titula “Cuvier and functional integration” y el dedicado a Geoffroy, “Geoffroy and the principle of connections”. Precede a ambos apartados uno titulado “Form and function”, como si el debate hubiese consistido en dar prioridad a uno de estos aspectos: función (Cuvier) o forma (Geoffroy), cuando en realidad se trata de algo mucho más claro, sencillo y profundo a la vez: el debate consistía simplemente en la defensa de la unidad del plan en la escala animal (Geoffroy) o su rechazo (Cuvier). Pero no es Enrico Coen el único empeñado en hacer ver que el debate no tuvo que ver con la evolución; por ejemplo en The Victorian web, lógicamente también interesada en destacar por encima de su mérito real la figura de Darwin, se lee: The debate has often been interpreted in the retrospect of a post-Darwin age as a debate over evolution. However the debate mostly revolved around the number of archetypes necessary to categorize all organisms.

Y pregunto yo: ,…¿Qué interés tiene conocer el número de arquetipos necesario para categorizar todos los organismos, si no es únicamente para conocer sus relaciones, es decir, en el contexto de la evolución?. Pero, vayamos al debate,……

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